Numerosos grupos de peregrinos caminaban durante todo el día por los arcenes de las carreteras. Por la noche se reunían en campamentos a la luz de las hogueras y al día siguiente reemprendían las caminatas. Hacía dónde? No lo supimos. Era un misterio inaccesible…
LA INDIA QUE YO VI (3.19). A lo largo de cientos de kilómetros, por todas las carreteras que circulábamos, desde la salida de Jaipur y especialmente en las inmediaciones de Jodhpur, miles de peregrinos avanzaban por los arcenes de las carreteras portando emblemas y estandartes. Iban en todas las direcciones y supuse que hacia diferentes templos en remotos lugares, lo que les suponía estar días caminando. Solo conseguí saber que eran peregrinos, nada más. Los que aparecen en esta imagen, caminaban a varias decenas de kilómetros de la siguiente población y se estaba haciendo de noche, por lo que supuse que dormirían en un descampado y, al día siguiente, seguirían su marcha hacia cualquier lugar donde encontrar sentido para continuar con sus vidas; tal vez a Mehrangarh, en Jodhpur (…)
LA INDIA QUE YO VI (3.3). –El doce de agosto, por la mañana, el fuerte Mehrangarh, en Jodhpur, estaba atestado de peregrinos que se movían ordenadamente por las muchas dependencias y rincones que tenía el palacio fortaleza. Nosotros hacíamos lo mismo -Quería entender algo más de todo aquello, pero los secretos impenetrables no eran fácilmente accesibles para los extraños, y yo lo era (…)
LA INDIA QUE YO VI (3.11). Iniciamos la salida de la fortaleza, junto a otra mucha gente que también lo hacía. Pregunté a nuestro guía cómo se situaban ante el hecho de que, en 1947, como consecuencia de la independencia de Reino Unido y el final del régimen secular de estados principescos regidos por los Maharajás, se produjera una brutal ruptura con los valores tradicionales. Esta circunstancia suponía, ineludiblemente, la llegada de un sistema político de democracia parlamentaria, tan distante de su cultura, que supondría que los valores tradicionales fueran perdiendo preponderancia en favor de una cierta modernidad occidental. -Me contestó que la gente ofrece mucha resistencia a perder los valores ancestrales, especialmente los que se atesoran en la familia. Aún mantienen un fuerte apego al orden social que imperaba en los siglos de reinado de los príncipes (aún perviven las castas, a pesar de que por ley estén abolidas desde 1950). Rabindranath Tagore, hombre sabio y gran referente cultural en India, se mostró siempre muy renuente a aceptar los valores occidentales, a pesar de sus muchos viajes por el mundo y especialmente a Japón; decía: «La gente [en Japón] acepta esa esclavitud mental que lo invade todo con alegría y orgullo, debido a su deseo nervioso de convertirse en una máquina de poder, llamada Nación, y de emular a otras máquinas en su sofisticación colectiva» (…)
LA INDIA QUE YO VI (3.15). En Fatehpur Sikri los visitantes avanzaban despacio, silenciosamente se adentraban por los muchos espacios en los que en algún momento se había rezado y adorado a divinidades que ya habían partido. Allí solo había misteriosas paredes desnudas. Para ellos carecía de importancia que los dioses ya no estuvieran, porque llevaban consigo su creencia y era lo único que verdaderamente importaba. Agradezco infinitamente a los dioses que hayan pasado por la tierra porque me permiten disfrutar de las creaciones que los hombres han hecho para su mayor gloria (…)
LA INDIA QUE YO VI (3.9) -Las mujeres, la mayoría vestidas con el sari tradicional, visitaban el palacio en familia o con otras mujeres. -Eran muchísimas menos que hombres, pero eso es una circunstancia cultural de esa sociedad sobre la que no estoy capacitado para hablar (no he leído un solo libro sobre cultura hindú, y ya va siendo muy tarde)– No supe más allá de la información coloquial o circunstancial que nos ofrecieron unas pocas personas que, además, no eran coincidentes (…)