"No se puede fotografiar un concepto". César Aira
Tres de Junio X: a media tarde, desde el Palacio da Pena, en Sintra, nos desplazamos hasta Cabo Espichel. Habíamos estado en dos mil seis, en un día en el que un viento helado y unas nubes bajas, plomizas, nos acompañaron en nuestro deambular por la desnuda meseta sobre el mar. Los albergues, situados a la espalda de la ermita, dispuestos en dos largas filas paralelas que se reflejaban la una en la otra con la fidelidad de un espejo enigmático. Las inexorables hierbas del olvido crecían descuidadamente bajo las arcadas. En la planta superior, unas ventanas estaban cegadas, en algunas aún se veían cortinas desgarradas y en otras sólo la negrura total del desamparo. Dos perros solos, y aparentemente enajenados, vagaban por la explanada solitaria. El lugar sobrecogía por su belleza triste y desolada. El tres de Junio pasado todo había cambiado, las sensaciones excitadas por la belleza fueron imposibles: el cielo pesado y plomizo de antes ahora era de un azul virginal; las hierbas de las arcadas habían desaparecido; todas las ventanas estaban cuidadosamente selladas, y el blanco ajado de las fachadas ahora era inmaculado. Por donde vagabundeaban los perros tristes, esa tarde había puestos ambulantes de bebidas y baratijas. La poesía había cedido su sitio al vulgar domingueo. Había que largarse de allí enseguida. Antes hice esta fotografía, que no sé si me gusta o no.
…En mi laboratorio, además de bailar de vez en cuando, hago más cosas. Selecciono negativos a positivar entre los ya elegidos. También entre los descartados, y eso me desconcierta y excita al mismo tiempo. Esto sucede porque parto de una idea, por ejemplo, selección de toma realizada en una ciudad y que reúne las condiciones técnicas y temáticas que deseo ver físicamente en papel, y no sólo ver, sino trabajar: tonos, luminosidad, contraste, tamaño, posibles virajes, acabado y presentación; sola o junto con otras. En ese proceso aparecen negativos que encajan plástica y temáticamente y que previamente no había considerado. Ese es un momento feliz. Las opciones se ensanchan y mi estado de ánimo también. Esta es la copia que más satisfacción me produjo (con algunos pasos de baile incluidos) en la sesión del dos de Marzo (hice tres, por si acaso se me estropea alguna en los procesos posteriores)…
Cuatros años después viajé por la misma zona y me acordé de la fotografía de ayer y del negativo herido. No pude resistirme a realizar una nueva toma, aunque suponía desviarnos de la ruta y emplear varias horas en reparar la «avería». Esta es la fotografía que me liberó del malestar que me ocasionaron los malditos arañazos. Así son las cosas y las manías.
EL LIBRO DEL TIEMPO:
Repetido. Introducción: Paranoia. Diccionario María Moliner: Estado psíquico anormal caracterizado por ciertas ideas fijas absurdas, en las que predomina la manía persecutoria, compatible con la normalidad del pensamiento, la acción y la voluntad en otros aspectos. Obsesivo: Se aplica a la idea que obsesiona. Se aplica a la persona propensa a obsesionarse.Tuve un accidente con el negativo: arañazos horizontales, cortos pero evidentes, que en el positivo se convertían en líneas negras. Lo peor no era eso, sino que el accidente me creaba una incómodo sentimiento de frustración con esta fotografía que me gusta bastante. No se aprecia el defecto porque la copia está retocada, no sin dificultad y riesgo.
BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 9
Lo de hoy viene de ayer y continuará mañana: Conversaciones con Kafka, de Gustav Hanus.
«En la primavera de 1921 se instalaron en Praga dos máquinas fotográficas automáticas recientemente inventadas en el extranjero que reproducían seis, diez o más exposiciones de la misma persona en la misma placa. Un día se me ocurrió retratarme con una de esas máquinas y mostrarle a Kafka la serie de fotografías.
-Lo ves, por un par de coronas uno puede hacerse fotografiar desde todos los ángulos. Este aparato es un conócete a ti mismo pero mecánico.
-Un desconócete a ti mismo, querrás decir
-A qué te refieres, la cámara no miente
-Quien te dijo eso, la fotografía concentra nuestra mirada en la superficie, ¿no? el interior no se puede captar siquiera con las lentes más penetrantes, hay que buscarlo a tientas, con el sentimiento. Esa cámara automática no multiplica los ojos de los hombres sino que se limita a brindar una versión fantásticamente simplificada del ojo de una mosca. La cámara enturbia la vida oculta que trasluce a través de los contornos de las cosas como un juego de luces y sombras»…
Pues porque no hay más remedio que terminar, no hay vuelta atrás, me digo, bajito, con un hilo de voz. No, no tengo el entusiasmo y la determinación del comienzo. El desánimo y la desorientación provienen, no sólo de las varias veces que hemos tenido que reconstruir lo ya terminado, sino la intuición de que cuando termine (sí, creo que esta obra vamos a conseguir acabarla), pensaré, inevitablemente, que podríamos haberla articulado con otras formas. Los materiales no se pueden cambiar, son lo que son y no hay otros, no hay más; pero la disposición admite muchas combinaciones y eso es una locura.