"Es la creencia, y no el dios, lo que cuenta". Wallace Stevens

Hay otro tipo, chino, aplaudido hasta el ensordecimiento, que se llama Zhang Huan, y que no podría calificarse exactamente como fotógrafo, sino que utiliza la fotografía como un medio de registro para sus conceptos artísticos (pertenece a los «conceptuales» que son artistas-TEMA por excelencia). No obstante, los de PHE07, se han apresurado a tratarle como uno más (fotógrafo), porque son de criterios amplios (los de PHE0. Está muy bien, es otro de los que tienen TEMA, concepto, exotismo y además es más gracioso que los demás, a mi me lo parece; una de sus fotos representa a otro chino al que le han estampado un gran libro en la cabeza y lo tiene en torno a su cuello. Esa fotografía no es precisamente  bella: a los conceptuales no suele interesarles,  sólo les «pone» la idea, aunque a veces no la entiendan como dice Zhang, pero al menos, a él,  algunas fotografías le salen muy divertidas…

…LAS COSAS DEL AMOR y II: muy probablemente lo del «amor patrio» de Vila Matas, aun siendo estéticamente insufrible, quizá tenga que ver con valores y emociones que están un poco más allá (o más acá) de mis narices. Quizá, en algún momento, él y sus compatriotas se hayan sentido agraviados por España y hayan decidido cerrar filas como héroes espartanos y luchar hasta entregar ridículamente el sentido del buen gusto (el espíritu beligerante enciende las emociones y calienta los corazones de la gleba) o por el contrario, sea una cuestión de más tono espiritual, como la cultura y la lengua, por ejemplo. O, tal vez, todo obedezca, en el caso de Enrique, a algo más sencillo e íntimo: -quiero a quienes me quieren- o al menos a los que me reconocen. A mí, ayer, por ejemplo, de los miles de millones de personas que habrían podido acordarse de mi «santo», solo lo hicieron seis (tres eran familiares) y a esos seis los quise más que a los miles de millones que no lo hicieron, luego estoy en condiciones de decir que yo, a la humanidad, la aprecio poco y razón no me falta. En cuanto a mis conciudadanos, tampoco me hacen caso, luego ellos tampoco me mueven al amor. Y mi ciudad, como estructura física y espiritual (edificios, calles, historia, arte y cultura, folklore y esas cosas), tampoco me alcanza ni enamora. Tuve un amigo, al que abandoné probablemente por las tontunas que decía, que un día me confesó que quería que esparcieran sus cenizas por la ciudad, de tanto como la amaba. ¡Hay que joderse! A lo mejor, Vila Matas, también quiere que lancen sus cenizas al aire en Montserrat. Vete tú a saber hasta dónde puede llegar el «amour fou». Otra cosa sería si a mí, que soy casi tan humano como él, me ocurriera lo que debe sucederle a él en su patria: que los castellano manchegos me reconocieran y hasta me quisieran; pues nada, seguramente yo también amaría mucho a Castilla La Mancha, como le pasa al divino Pedro (Almodóvar), según tengo entendido. Es la felicidad y el bienestar de los amores correspondidos ¡qué bonito! Supongo que se trata de algo tan sencillo, o mejor simple, como eso. A estas alturas, los argumentos se me están yendo de las manos porque no creo que haya conseguido mejorarlos y tampoco estoy dispuesto a extenderme en reflexiones de más enjundia, como el origen del mito (catalán), las esencias culturales, el hecho diferenciador y, cómo no, las supuestas gestas y grandezas históricas; en fin, idealizaciones, mitologías y sublimaciones falaces para uso de inmaduros emocionales. Pretenden, a cambio de un altísimo coste social y sobre todo cultural, adquirir el pleno dominio de la casa (que ahora no es enteramente suya) y cerrar puertas y ventanas para gozar en una intimidad endogámica, adormecedora y escasa. No, no sigo más con este tonto asunto, sencillamente porque no me apetece y porque no creo estar preparado para desentrañar lo que no entiendo; pero, esencialmente, porque me importan una puñetera mierda esas memeces sentimentales. Es lo que hay.     

DOBLE JUEGO SOBRE UNOS Y OTROS:                
«UNOS » 1. Disfrazados o uniformados, se levantan ilusionados muy temprano; llevan tiempo soñando con el gran día. Recorrerán las calles de su ciudad en procesión y, de vez en cuando, mirarán de reojo a los espectadores, harán guiños de saludo a los conocidos, familiares y amigos que irán a verlos desfilar. Se sentirán integrados y seguros del lugar que ocupan en la comunidad. Además, con un poco de suerte, aparecerán fotografiados en los medios de comunicación e incluso en televisión. Quizá piensen que  soy uno de esos profesionales cuya misión es inmortalizarlos; pues no, soy un infiltrado con  propósitos que ellos ni imaginan y que, además, los desenfoca.

«UNOS » 6.  Contradicción existencial: vejez igual a sabiduría?… Estos dos hombres, especialmente el de la izquierda, que aparentemente han tenido mucho tiempo para relativizar y cultivar un prudente escepticismo, no parecen haber dirigido sus pasos en esa dirección y sí en ahondar en lo que les dijeron hace ya muchísimos años. A lo largo del tiempo, no sé sí se han hecho más sabios, pero sí más persistentes y eso no parece nada sabio, sino voluntarioso y rocoso, rasgo característico de los «unos». Esta fotografía me recuerda un verso de Fernando Pessoa:  «El artificio y lo absurdo es el signo de lo humano».

LOS CREYENTES XX. Por qué se parecen tanto todos los que participan en la ceremonia procesional. O, dicho de otro modo: los caballos se parecen, y los niños, y los cófrades, y las mujeres, y los monaguillos, y los adoradores nocturnos (y diurnos), y los de las hermandades milagreras, y los aprendices de curas, y los curas, y los canónigos, y los militares, y los políticos, y los espectadores, y todos los Creyentes en general? Y la ciudad, siempre igual, con la misma decoración, tan sobada ya. Es normal que se parezcan, pertenecemos todos a la misma camada, unos somos pobres y otros no tanto, pero hemos mamado casi lo mismo. Lo que me asombra no es eso, sino que lo mismo se repita a lo largo de siglos, sin diferencias perceptibles. Esta es mi primera foto de la fiesta de los Creyentes; la hice hace treinta y seis años y es exactamente igual a las que he hecho este año. Nada ha cambiado, ni ellos ni yo. Y dentro de cien años, todo seguirá igual y así hasta el fin del tiempo, aunque nosotros ya no estemos. No sé qué pensar, solo que este exhibicionismo espiritual no me hace gozar, salvo si consigo alguna fotografía sobre la naturaleza humana que me guste…

…A ver, la «cosa» consistía en un imagen fotográfica de la ciudad de unas dimensiones colosales: tipo gran valla publicitaria, de varios metros cuadrados y formato apaisado que casi había que ver dando un largo paseo. Impecablemente realizada. La obra homenajeaba a El Greco, con motivo del IV centenario, porque había alusiones a su obra (creo recordar que, además de la ciudad, aparecían personajes y motivos de algunos de sus cuadros). Era extraordinaria, y no solo por el tamaño y la complejidad de la realización: imagen nocturna con amplias zonas del campo de alrededor (al parecer doscientos cincuenta mil metros cuadrados) iluminados con destellos de flash; sino que habían participado en el proyecto más de setenta personas integrantes todos de la Asociación Fotográfica Toledana. En la realización seguro que necesitaron mezclar muchos valores, además de los técnicos, claro: espíritu de equipo, solidaridad, amor a la ciudad, puntualidad, cierto espíritu Boys Scouts (la exigencia más fácil de resolver, porque es inherente a personas que deciden asociarse, me parece). En los laterales había una fotografía de grupo de los aplicados artífices. No conocía a ninguno, bueno si, al coordinador del proyecto desde hace muchos, muchos años y que tanto me ayudó en mis comienzos de «cuarto oscuro». Sí, indudablemente, lo que verdaderamente me resultaba ¡Asombroso e increíble! es cómo es posible que puedan reunirse setenta personas a dar flashazos en el campo y a oscuras. El género humano es impenetrable e ininteligible para mí y lo mejor (y lo peor) de todo es que no sé si eso me gusta o no…
PS.- Ellos, motivo grande porque eran muchos; yo pequeño, apenas un apunte espiritual propio de la ciudad, porque soy solo.