Las palomas golpeaban en las ventanas y los ectoplasmas acechaban en las salas vacías…
Miré en la habitación vacía y allí estaba el año, cerrándose sobre si mismo en la envoltura negra del pasado. Apenas emitía energía; en algunos momentos se hacía invisible y después aparecía ligeramente desenfocado, bailando al final de la cuerda de los días acabados.
No sabía que hacer con él, pero de pronto tuve una revelación, si lo mantenía ahí, acompañándome, y lo alimentaba de indiferencia, quizá podría suministrarme felicidad.
Me coloqué debajo y me asusté, sentí que se me iba a pegar donde se sitúa la memoria, entre los omoplatos, como absurda y pesada protuberancia, ligeramente viscosa. Animaba un poco el que a veces emitía unas vibraciones que me hacían cosquillas.
EL LIBRO DEL TIEMPO
Autobiográfica VI. Ante el próximo año mis expectativas se limitan a mi entorno y a intentar entender qué ha sucedido hasta llegar a este momento y cómo voy a reaccionar ante lo que vendrá. Del exterior no espero nada, sólo perplejidad y algunas molestias y, aunque sin querer reconocerlo del todo, deseo que la suerte me acaricie de vez en cuando; yo pondré de mi parte lo que pueda. Cuidaré de los míos (entre los que estáis los visitantes habituales de este sitio) y de mis cosas, aunque la bombilla siga apagada. Ah, este diario seguirá el próximo año y confío que nos entretenga a todos.
EL LIBRO DEL TIEMPO
Autobiográfica V. He mirado al mundo con escasa e intermitente atención. Por fin creo haber entendido que no puedo esperar gran cosa de él: sólo de mí mismo y de los míos. En cuanto a las cuestiones más importantes, las tengo más o menos colocadas, aunque nunca se sabe cuando llegará la crisis; nunca falta a su cita.
EL LIBRO DEL TIEMPO.
Autobiográfica IV. Entré en el año sin ninguna idea preestablecida; me coloqué debajo de la bombilla por si se compadecía y emitía alguna señal que me iluminara. Pero no, la clarividencia no se ha mostrado generosa este año (los demás tampoco). Afortunadamente la salud ha sido más amigable: no he sufrido enfermedades que me postren y, para colmo de la abundancia, me he divertido algunos días; los suficientes.