"El paraíso no está en la tierra. Pero hay fragmentos. En la tierra hay un paraíso roto". Jules Renard
Algún día todo esto acabará; el mundo se parará harto ya de tanto despropósito. Nadie será culpable y todos lo seremos. Es inevitable que las cosas sucedan como lo hacen; porque los hombres somos insaciables, es nuestra naturaleza, nadie lo puede impedir. ¿Cuándo será? No podemos saberlo, pero quizá no quede mucho. En algún momento todo terminará en sus formas conocidas a manos de los hombres ciegos, deslumbrados por el hecho ineludible de la vida. Fin de la historia. «Tiempo prestado y mundo prestado y ojos prestados para llorarlo«. Cormac McCarthy
Caminos abruptos, tortuosos, sin finalidad aparente. Máquinas oxidadas abandonadas hace años, a veces con el último conductor, momificado ya, apoyado sobre el volante dislocado. Los dos seres, perdidos y perseguidos por turbas de salvajes supervivientes, avanzan sin descanso. «Y en alguna parte dos animales perseguidos como zorros escondidos en su madriguera…»
Qué me impulsó a hacer esta fotografía ya sabida ? Me puedo poner discursivo: la huella, la memoria que queda en la tierra, el abandono… Quizá todo eso actuó al encuadrar, o no. No estoy seguro. Sólo sé que ahora me importa muy poco, pero es y ya no se puede evitar.
Acabo de leer La carretera, de Cormac McCarthy. Impresionante novela. Perturbadoras descripciones de paisajes calcinados, reducidos a cortezas informes y pestilentes, por los que avanzan dos personas, un padre y su hijo, que huyen infatigablemente hacia un sur inexistente. «Oscuridad implacable. Los perros ciegos del sol de la carretera…»
Recorren la tierra quemada, entre restos abandonados por hombres ya muertos y resecos tendidos en la más abrumadora desolación. Asfixiante atmósfera, espesa, plomiza y helada. «El aplastante vacío negro del universo…»
Pintores como Velázquez, o Durero, o Rembrandt (son de los que más me gustan), Francis Bacon (también es uno de mis favoritos) o Lucien Freud, o Giorgio De Chirico, Hopper o Baltus, y tantos y tantos, sí que son artistas con fe en lo que hacen o hacían. Por cierto, no quiero que se me olvide decir que todos los que he mencionado, y especialmente De Chirico, Hopper y Bacon, son para mí esenciales a la hora de concebir mis propias fotografías; o lo que es lo mismo: me influyen muchos pintores y casi ningún fotógrafo. O ninguno, que yo pueda recordar ahora. En si misma, la fotografía es un arte menor, si es que se le puede llamar así. Muchas de las obras más significativas y celebradas, no lo son tanto por una interpretación, profundización y superación de dificultades propias del lenguaje, sino por rasgos de carácter de los artífices: atrevimiento, desenvoltura social, capacidad de gestión de opciones, interés sociológico, conceptual o cualquier otra cuestión extraña al hecho fotográfico en si mismo. El fotógrafo difícilmente planteará enigmas que pervivan más de cincuenta años, como hicieron, por ejemplo, los renacentistas italianos. Simplemente, porque el lenguaje, la técnica y los soportes no lo permiten. Por cierto, retomo lo que casi me estaba olvidando contar: esta es una fotografía realizada en el lado izquierdo de las Minas de San Quintín, según iba; y no, no es artística, pero casi, porque se parece a las que premiaban en los concursos de aficionados de hace años.