"...en el estanque de los hipopótamos se expandía la lenta tranquilidad de los gordos…" Lobo Antunes
…en el estanque de los hipopótamos se expandía la lenta tranquilidad de los gordos…
Antonio Lobo Antunes
Cinco de Junio II: más del Zoo de Lisboa. Las instalaciones y los escenarios donde habitan los animales son más bien vulgares, de construcción poco elaborada estéticamente, a diferencia de París o Chicago. Sin embargo, los animales son los mismos y actúan igual en cualquier Zoo del mundo. Los rinocerontes, por ejemplo, los más bellos y majestuosos de todos, suelen comportarse de forma muy irritante, siempre en el punto más alejado de los visitantes (justamente donde me suelo encontrar, ávido e impaciente); quietos, displicentes, impasibles y dignos, nada dispuestos a colaborar con mi vieja cámara grande. Puedo estar mucho tiempo esperando a que el Rinoceronte se asome a un primer plano, donde su áspera y agrietada piel y sus formas enigmáticas, ancestrales y soberbias, alcancen toda su tremenda y abrumadora fuerza; pero generalmente nunca lo consigo…
DIPTICO ZOOLÓGICO:
Hipopótamos tumbados al sol en París. Los capturaron para entretenimiento de los humanos, no pidieron nada y las condiciones de su cautividad les fueron impuestas: a cambio de comida y cuidados ellos deben ofrecer al visitante sus relucientes e inmensos cuerpos húmedos y dormidos. No hacen nada, tampoco se rebelan, sólo muestran su apatía. Aparentemente les da igual ser mirados o no, y en caso de que los miren, ellos no devuelven la atención. Ni siquiera creo que sepan que existimos. Su indiferencia está por encima de nuestro drama humano.
…Son las ocho de la mañana de un día que bordea peligrosamente el invierno, y la luz ha decaído, por fin, irremisiblemente. Me gusta esa sensación de intimismo y recogimiento que ofrece la oscuridad. Prefiero esperar el día desde la penumbra, que desde la luz abrumadora que ha llegado antes que yo. Hoy me cuesta encontrar una fotografía «temática», así que me ocuparé de algo tan inaprensible (en mi caso) como el estilo. Obviamente, no soy Madoz, ese maestro del estilo inconfundible. Hay muchos más. En realidad ningún fotógrafo alcanza la notoriedad sin un estilo y una temática claramente definida. El mundo físico es inabarcable. Las personas humanas también. Y los animales. Y las cosas. Cuando me coloco con mi cámara entre las manos frente a todo eso, hay demasiadas posibilidades que me atraen y claro, como no podía ser de otro modo, me disperso y el estilo se va a la mierda. La paradoja consiste, y ahí estriba la catastrófica y curiosa insuficiencia, en que, a pesar de que fotografie muchas cosas, personas y animales, esencialmente no veo –todo-, aunque me aplique en mirar, y así no consigo penetrar profundamente en la verdad del mundo, ni de las personas, ni de las cosas. Tampoco de los animales. Por eso soy un fotógrafo con una notoria debilidad de carácter. Y de estilo. Hoy una fotografía que es así, sin ESTILO (podría hacerla cualquier visitante del zoo, anónimo y sin propósitos)…