...la luz se oscureció amenazadoramente; nubes negras, cargadas de relámpagos se posaron sobre nosotros…
Jueves: siete de Agosto. En el hotel hojeé una revista en la que había un reportaje sobre una base de aviones de combate en desuso. Intentamos ir, pero sólo conseguimos llegar a un cementerio de aviones, aunque también eran de guerra. Pedimos permiso y nos dejaron mirar y fotografiar. Estuvo bien. Después, la Biosfera 2, un experimento idiota (*) sobre la capacidad del hombre para crear espacios naturales de forma artificial, y además sobrevivir en ellos durante periodos largos de tiempo. Dos horas perdidas metidos en un gigantesco invernadero siguiendo a una tipa pesada, enfática y torturadora de turistas ingenuos, que hacía las veces de guía. Lo que contaba, lo hacía con el énfasis de un predicador. Espantosa experiencia. De ahí a un parque natural de Cactus (Saguaro West).
Nada más llegar, la luz se oscureció amenazadoramente; nubes negras, cargadas de relámpagos se pararon sobre nosotros. Impresionados por la belleza del paisaje y de la tormenta, no nos decidíamos a parar en ningún punto. En esos momentos, la excitación me desborda y no consigo hacer nada sensato. Finalmente paramos, saqué las cámaras y sólo acerté a hacer esta fotografía; inmediatamente después comenzó a llover violentamente. Volvimos a Tucson excitados por la belleza del momento: el mejor del día.
(*) digo idiota porque recrear el mar en una piscina, o una duna desértica con unos matojos resecos, necesitaba una infraestructura tecnológica y energética gigantesca, con unos costes monstruosos y supongo que innecesarios.
…Siempre me ha interesado y preocupado saber si el tiempo que empleo en realizar una copia fotográfica es mucho o poco. Hay fotógrafos que emplean, según creo, horas y horas en copiar una sola fotografía (sólo exposición y revelado). Por mi parte, salvo excepciones, nunca he empleado tanto tiempo. No sé; quizá es por eso por lo que no soy un «gran fotógrafo». Nunca ha sido lo más importante para mí la perfección absoluta de la copia (aunque a veces lo consiga). Simplemente, procuro que sean técnicamente correctas y que reúnan las condiciones básicas de realización y perdurabilidad imprescindibles, siempre utilizo virajes metálicos: selenio o cloruro de oro. La que más me gustó en la sesión del ocho de Marzo fue ésta…
…así que perdón por los malentendidos posibles; nada más lejos de mi intención pensar o creerme que la negación me otorga por sí misma la afirmación, por el hecho de recurrir a la repugnante humildad (suponiendo que la «artisticidad» se considere importante, claro). Nada de eso, no miento porque sé quién soy. Bien, casi sin saber cómo, me encontré escribiendo sobre cosas y añadiendo fotografías. Así estoy cómodo. Es lo que quiero hacer, porque mis escritos sin fotografías no son casi nada y viceversa. Luego debería llamarme –foto-escribiente-. Resumo: fotografía sola, salvo excepcionales circunstancias clamará por «algo» más. Fotografía más título, correrá graves riesgos de que éste la reduzca a mera ilustración de un lenguaje y unas intenciones ajenas a su naturaleza. En este sentido difiero levemente de lo que dice Piglia más adelante, porque no es preciso que el significado se reduzca a un solo concepto cerrado (título). Finalmente, me inclino por mi alternativa porque todo queda abierto a todo, y sobre todo a mí mismo como -foto-escribiente-. Así nada es unívoco. «La fotografía parece necesitar del lenguaje para significar. Todo es tan visible que hace falta que Jean Marie Schaeffer en su libro sobre la fotografía llame el saber lateral, es decir, ciertas informaciones que no surgen de la propia imagen. Como los sueños, la foto necesita del lenguaje para encontrar sentido. Digamos que necesita un título. Mejor sería decir (freudianamente) el título de la foto es la interpretación». Ricardo Piglia. Por mi parte soy incapaz de tener una sola lectura, así que mejor dejar la imagen abierta a todos los sentidos pero, eso sí, acompañada y consolada por unas pocas palabras (la serie a la que pertenece esta fotografía se titula: El desconsuelo de las plantas). Luego podrá haber más palabras, y más, y más; tantas como miradas o estados de ánimo.
Veintisiete de Noviembre. Martes. Sigue el cansancio: no me entrego completamente a sus designios pero cojeo ostensiblemente y voy despacio, bastante despacio. Tengo la sensación de que todo es una aburrida repetición. Me repito y quizá no pueda ser de otra forma, pensarlo me produce cansancio y mucho más sentir el cansancio mismo. De vez en cuando hago las mismas fotografías, aunque hayan pasado muchos años, y lo peor de todo es que ni siquiera me doy cuenta (puede que esté aquejado de solipsismo). A primera hora decido trabajar un rato en el laboratorio: revelo los últimos rollos de una viaje corto (en días) de hace dos meses. Fotografié con poca convicción; siempre me pasa cuando no elijo donde estoy, ni cuando, ni cómo, ni con quién. Me adapto de mala gana, arrastro mis cámaras y hago lo que las circunstancias me permiten, que suele ser muy poco (las circunstancias casi siempre son mezquinas).