"Las certidumbres sólo se alcanzan con los pies". Antonio Porchia
Sr. Rígido. Llegó a ser un hombre influyente. En sus mejores momentos se mostraba inasequible. Ahora forma parte del capital amortizado que deambula por plazas soleadas y cultiva recuerdos de recuerdos. Su rostro ensimismado no es sino el síntoma de que el «tiempo», como revelan sus ojos, se ha parasitado en sus órganos vitales y le está vaciando por dentro. Nunca logró entender los mecanismos del erotismo.
INTERLUDIO II:
Concilio Ecuménico de Florencia, 1442: «La Santa Iglesia Romana cree firmemente, confiesa y proclama que nadie fuera de la Iglesia católica, sea pagano o judío, no creyente o separado de la unidad, participa de la vida eterna, sino que cae en el fuego eterno que ha sido preparado por el demonio y sus ángeles, a no ser que se incorpore a ella antes de la muerte».
Sr. Suave. Es artista y por esa actividad se le conoce, más o menos. El ejercicio de su arte, que siempre ha mirado a la Ciudad, le ha aportado una relación grata con sus conciudadanos, sin las incomodas aristas del talento. Mantiene relación antigua con otros colegas, tan artistas como él, y juntos hacen excursiones a eventos propios de su actividad. Le resulta de gran ayuda ser capaz de reír de vez en cuando.
…El hecho de que ni les entienda ni me gusten, no significa que piense que son estúpidos. No, que va, de hecho son gentes que han triunfado en algo. Desde luego perdedores no parecen, a esos no les admiten en las pomposas y caballerosas organizaciones. Disponen de avales y acreditaciones sociales, de hecho son «personas de posición social y méritos reconocidos», según dicen algunos estatutos de los caballerescos capítulos. Por ejemplo, el que aparece en esta fotografía, al que no conozco de nada, tiene una imponente presencia, una noble cabeza que solo puede albergar grandes capacidades para lo que quiera que haga en la vida. Aunque habrá excepciones, de hecho alguno de los que conozco son casi tan perdedores como yo y no mucho más inteligentes, suponiendo que posea un ápice de tan preciada sustancia….
INTERLUDIO IV: “Qué podemos aprender de las civilizaciones que han fermentado demasiado si no es a morir? E. Cioran