"Lo que ves es lo que ves". Frank Stella
Salgo a pasear a las cuatro de la tarde. Me cruzo con una chica joven que camina creyéndose guapa y deseable. A mi no me lo parece y apenas la miro. Es una decepción para ambos. Llevo debajo del brazo, con el firme propósito de acabar las últimas páginas, En solitario, de James Salter (primera novela que leo de este autor). Me ha impresionado este escritor. Podría tomarme la molestia de hacer un comentario crítico y elogioso de la novela, pero como no soy crítico y los elogios me dan pereza, no haré ni una cosa ni la otra, sino extraer alguna frase (es como fotografiar, la misma actitud, a veces pienso que me paso todo el tiempo fotografiando aunque no coja la cámara en semanas):
«Había entendimiento entre ellos, del que hunde las raíces en la fuente misma de la vida» James Salter
La novela cuenta una historia de alpinistas, aunque ese es el pretexto, o más bien un excelente escenario y situación para hablar del ascenso y descenso vertiginoso en toda vida consciente. James Salter dijo en una ocasión: «…Ya saben, los escritores nunca se retiran. El único modo de detenerlos es arrastrarlos afuera y pegarles un tiro». Me gusta esa frase, a la que añadiría: y a los lectores también.
PREFACIO A LA TRILOGIA QUE COMENZARÁ MAÑANA: «¿Qué ocurrirá? ¿Qué traerá el futuro? No lo sé ni intuyo nada. Cuando, desde un punto fijo, una araña se precipita hacia sus consecuencias, ve siempre ante sí un espacio vacío en el que no encuentra lugar donde apoyarse, por más que patalee. A mí me ocurre lo mismo; ante mí hay siempre un espacio vacío; lo que me impulsa hacia delante es una consecuencia que está detrás de mí. Esta vida es absurda y atroz, intolerable». Kierkegaard
…que siempre me transfiere la apariencia de la supuesta realidad física elaborada y transformada en «otra cosa», con otra apariencia y dimensión. Quizá, el supremo momento fotográfico, del que soy y seré adicto siempre, es cuando consigo «ver» mirando a través del visor (y sobre todo a través de un filtro rojo que altere algunos valores de la supuesta realidad). Es un sencillo mecanismo óptico que tiene el inefable poder de transformar el aspecto físico y espiritual, tanto de lo vivo (entiéndase seres que respiran temporalmente y por tanto abocados a dejar de hacerlo en un tiempo increíblemente fugaz), como de lo inanimado o estático. El visor, en combinación con la distancia focal del objetivo, establece los límites de la visión y ese es un condicionante esencial; sin él la fotografía no tendría sentido. Todos los lenguajes expresivos tienen sus reglas y limitaciones; sin ellos el artífice no podría contrastar y contrastarse…