Los niños eran felices al sol, y sabían porqué…
SOBRE LA DESESPERANZA. OBERTURA:
Al principio, cuando apenas has visto ni sabes de casi nada, depositas ingenuas y torpes esperanzas, blancas y volátiles, en la todavía tersa y blanda superficie de tu vida. Desde ahí irán partiendo: unas volarán estérilmente golpeándose con el cristal engañoso de la realidad, otras se perderán desconcertadas y, las más fuertes, volverán destrozadas por la pelea y tendrás que recoger sus restos como puedas. Sin embargo, algunas conseguirán el propósito, pero enseguida se adormecerán complacidas; esas no valen mucho.
Mañana y en días siguientes pensaremos en estas cosas: yo pongo las fotografías y Alvaro Mutis, sin saberlo, las reflexiones.
Estas niñas desfilan hoy en la procesión como muy probablemente lo hicieron sus madres, sus abuelas y así hasta varias generaciones. Ellas podrán seguir la tradición durante los próximos setenta años y apenas nada habrá cambiado, salvo sus cuerpos. Es asombroso como se detiene el tiempo en determinadas microsociedades y lo acogedor que puede resultar para los espíritus quietos.
DESFILAN NIÑOS Y NIÑAS vestidos de comunión. Las madres dan los últimos retoques a los trajes de sus hijas. Reconozco a una de ellas y me acuerdo de hace años. En aquella época, las noches eran propicias para risas y emociones fuertes al amanecer. Ahora, aplicada en el vestido de su hija (también ella vestida pulcra y solemnemente para la ocasión), puedo pasar a su lado y no saludarnos porque ya no nos reconocemos, ya somos otros (ella sobre todo). Hemos cambiado porque HAN PASADO SIGLOS que han durado unos segundos.
ESTUVE EN LA CIUDAD, EN LA MAGNA PROCESIÓN (los procesionarios o protagonistas de la función no suelen ser guapos…)…No sé con exactitud el orden que sigue la representación, no obstante, recuerdo que la primera parte la ocupan niños de comunión, muchos y todos vestidos igual. Aburrida toda esa parte de niños comulgantes. Luego, el espectáculo no mejora, llegan gran cantidad de mujeres con severos y monótonos trajes; solo ofrecen dos modalidades, blancos o negros, pero eso sí, con afiligranadas mantillas (predomina el negro). Después más (parecidos e insoportablemente aburridos todos), beatos de muchas y variadas cofradías (o como se llamen): adoradores nocturnos, órdenes terceras, representantes de vidas apostólicas y apostolados, esclavos y esclavas (no me lo invento, es así como se autodenominan)… Sus atuendos suelen consistir en anodinos trajes de calle anticuados, con muchas procesiones a cuestas ya (generalmente grises o negros). Aunque a su favor hay que decir que suelen llevar medallas grandes, crucifijos y escapularios. Menos mal que a partir de este momento la cosa se anima bastante…
EL DON DE LA ELOCUENCIA SILENCIOSA DE LA FOTOGRAFÍA, o la penetrante mirada artística de Manuel Elegido, VI.
…Su mirada y su impulso fotográfico, o más bien artístico, se dirige en múltiples direcciones. Son muchas las cosas que ve y traduce en imágenes porque conoce a fondo los secretos de la Piedra Rosetta fotográfica. Cada una de sus imágenes es un profundo, sutil e intensísimo ensayo sobre la existencia y actuación de los seres humanos en un paródico, extraño, inhóspito, absurdo, fantástico e impredecible mundo; pero también repleto de belleza y misterio. Sus fotografías muestran, con aparente naturalidad, los elementos y materiales con los que construye su geografía del mundo. En sus mágicos escenarios, compuestos al natural, como escenógrafo que dirigiera desde un podio, con su cámara mágica, mueve el atrezo y lo dispone todo para el máximo e inaudito gozo estético…