La distancia justa: la lejanía…
DIGRESIÓN CINCO. 4 latas, España (2018). Guion: Gerardo Olivares, María Jesús Petrement, Chema Rodríguez. Dirección: Gerardo Olivares. Intérpretes: Jean Reno, Hovik Keuchkerian, Susana Abaitua, Enrique San Francisco, Juan Dos Santos, Arturo Valls. Es difícil creerse una película que se titule como ésta. Poco sé de Olivares, salvo lo que le escuche en una entrevista en radio hace un par de años. Me cayó muy bien. Me pareció un hombre simpático, vital, aventurero, viajero impenitente de los de verdad. Me dije: independientemente de que su cine sea, a priori, lo que podríamos calificar como la clásica serie B, tengo que ver su trabajo. Esta película reunía las condiciones idóneas: Road Movie (que tanto me gustan), aventura y, sobre todo, desierto (yo podría viajar incansable y entusiasmado por los paisajes que muestra la película). En ese sentido no defrauda: bien rodada, con una más que estimable fotografía de anchos horizontes y luz refulgente, además de unas tomas cenitales de ciudades muy bellas. Otra cosa es el guion, construido a partir de retales y recosidos. Olivares y sus colegas guionistas crean una historia a partir de un casi insufrible y poco creíble “corta y pega”. Una lástima. Quizá, se me ocurre, el problema radica en pretender hacer una comedia en un escenario tan tremendamente transcendente y dramático como un desierto. No sé, quizá el que se pone estupendo soy yo, pero no puedo evitar que algunos zurcidos me defraudaran. Cuando pretende ponerse existencialmente intensa, sobre todo al final con la aparición de un Quique San Francisco “moribundo”, todo empeora sin solución. Las interpretaciones, mediocres tirando a muy malas. Pero bueno, dado la sofocante noche de sábado en la que la vi, y teniendo en cuenta que es un trabajo honesto en clave de puro entretenimiento, todo estuvo bien. Olivares me sigue cayendo estupendamente.
DIGRESIÓN SIETE. Sufat Cholaka (Tormenta de arena). Israel (2016). Guion y dirección: Elite Zexer. Intérpretes: Lamis Amma, Ruba Blal, Hithman Omari, Khadija Al Akel, Jalal Marswa. El escenario: un pueblo beduino al sur de Israel. Los personajes: Jalila, la primera esposa y madre de cuatro hijas que será desplazada por una esposa más joven. Layla, la hija mayor de Jalila, que quiere rebelarse contra el hecho de verse obligada a casarse con el marido que le ha elegido su padre. El padre, un tipo corriente, sin ninguna personalidad en especial, que ejecuta las normas ancestrales sin mayor reflexión ya que se beneficia absolutamente de ellas. Todo dentro del marco cultural y moral de una sociedad en la que las mujeres no han conseguido sacudirse las estrictas, abusivas e injustas normas que las violentan y explotan hasta límites intolerables, pero en la que todos lo asumen, incluso las propias mujeres. Planteado así, la película no aportaría nada nuevo a lo ya sabido hasta la indignación, sin embargo, si está bien tratada, bien concebida y bien contada, siempre será valiosa, y esta lo es. Zexer nos ofrece un relato conciso, exacto, puro, en el que no sobra nada para mantener la atención a lo largo de todo el metraje. La puesta en escena, en el pequeño poblado desértico, es escueta, verosímil y esencial. Todo está en su justo punto para hacernos llegar una inconcebible esclavitud hecha ley que, lamentablemente, pervivirá mucho tiempo todavía; tanto como duren las nefastas religiones. Las interpretaciones, sobresalientes también.
DIGRESIÓN DIECISÉIS. Theeb (2014) Jordania. Guión y dirección: Abu Nowar. Fotografía: Wolfgang Thaler. Intérpretes: Jacir Eid, Hassan Multlag, Hussein Salameh, Jack Fox. Espléndida película de aventuras y de paisajes y de un niño para el que la rendición no es una opción. La interpretación del protagonista, de tan solo catorce años, es memorable. La historia transcurre en dos periodos, en dos tempos, el primero y más descriptivo donde varios personajes recorren el desierto para, al parecer, llegar a un lugar dónde tendría que ocurrir algo que no sabemos qué es, pero que tiene que ver con el enfrentamiento entre otomanos, los colonizadores, y los revolucionarios árabes apoyados por el ejército británico. En ese escenario, también participan bandas de beduinos mercenarios o simplemente bandidos. Esta primera parte es dinámica y emocionante. La segunda, cuando Theeb se queda solo, es de una épica contenida y verosímil, y el personaje-niño crece hasta una altura prodigiosa, por su fortaleza, su espíritu indomable y su asombrosa capacidad de supervivencia. Y, como centro de todo, el paisaje, bellísimo y espléndidamente fotografiado. Un gozo para los sentidos y el amor al cine de siempre.