"La fotos no se ven si no te llevas la cámara a los ojos". Alberto García Alix
Más de psicoanalisis: La cura psicoanalítica es el descubrimiento de un silencio distinto. Jorge Alemán.
Freud y el psicoanálisis se vienen cuestionando desde sus comienzos. Carezco de la información suficiente para tener un criterio lúcido sobre el alcance y dimensión de su obra pero, si su propuesta sugiere horizontes como el que encierra la frase de Alemán, no sólo me merecen consideración intelectual, sino, además, creativa y poética.
No, no había nadie por ningún lado. Sólo yo. Había huellas, sí, pero debían ser domingueras. Los martes, por la mañana, a las Minas de San Quintín sólo vamos los que nos gustan los sinsentidos. No, esta fotografía no ayudará a nadie en nada, pero esa es precisamente su importancia. No creo que necesite explicación lo que acabo de decir y es sólo y únicamente porque yo lo entiendo y eso basta: al fin y al cabo este es sólo MI jodido diario fotográfico.
Seguí a lo mío: caminar como un autómata por un escenario de tierras removidas, amontonadas, abandonadas. Ahora ya no se adivinaba ninguna lógica en todo ese esforzado movimiento y eso es lo que más me interesa de lugares así. Al fin y al cabo yo hago lo mismo, casi a diario. Qué sentido puede tener desplazarme a ciento cincuenta kilómetros de mi casa y cargar durante horas con la cámara y trípode por un paisaje absurdo…? Ninguno. Esa es mi única finalidad fotográfica y existencial: ninguna. Pero no puede ser de otra forma porque entonces no sería quien soy, sino cualquier fotógrafo útil a la sociedad, que haría reportajes sociológicos cargados de mensajes y estúpida obviedad. Qué zurzan a todos los fotógrafos bienintencionados, creyentes en general o subvencionados por la alianza de civilizaciones y las otras. Todas.
Esta fotografía, del lado izquierdo de la carretera de Puertollano a Cabezarados (pueblo de origen minero y con importancia arqueológica e histórica, según google), a la altura de las Minas de San Quintín, no pasará a la historia de la fotografía, seguro, a pesar de los dos misteriosos agujeros de la parte superior, en el cortado de tierra. Pero sí a la mía, y eso es lo único que me importa. La razón: sólo concibo el acto de hacer como una proyección de la vida propia, para bien o para mal. No hace mucho, aquí, en este diario, elogiaba encendidamente las fotografías de García Alix, porque las percibía como un eco de su vida. Difícilmente podré apreciar igual un encargo que lleve a cabo, por mucha calidad y honestidad que aplique a su trabajo. A estas alturas sólo me interesa lo que haga un individuo solo, desde su carne palpitante y mortal.