"Mar y mar". Cristina Peri Rossi
A veces fotografío. Otras, sin embargo, me doy la vuelta y olvido.
SOBRE HIROSHI SUGIMOTO Y LA FOTOGRAFÍA (el final de la historia).«La fotografía crea situaciones de vida y muerte». Hiroshi Sugimoto. A partir de esta idea, que comparto, la fotografía de la que habla Sugimoto ha dejado de ser posible. Ya no, ya no cabe en este tiempo. A partir de ahora será otra cosa que aún está por definir. Ontólogos como Fontcuberta, teórico flexible y moderno donde los haya, interpretan, lúcidamente, el devenir de los nuevos tiempos fotográficos con una posible analogía: -la diferencia conceptual entre la fotografía analógica y la digital es tremenda: la analógica estaría más vinculada a la descripción, a la solemnidad de una inscripción; mientras que la digital sería más bien como la escritura, o dicho de otro modo, la profusión de imágenes serían como palabras con las que se elaboraría el hecho creativo, a modo de relato-. Bien, sí, es más que probable que las cosas ya sean así. Pero, autores como Sugimoto y una exposición como Black Box me llevan a pensar que nadie, ni de lejos, se aproximará a poder realizar obras como la que vimos en la mañana de un sábado de Julio. No, eso ya no será posible. Es el fin de un tiempo y de una manera de entender el lenguaje que no se perpetuará. Cualquier disciplina artística: música, pintura, escultura, literatura, cualquiera, insisto, podrá seguir repitiendo técnicas, soportes y utilizando los instrumentos que siempre les han sido propios pero, en fotografía, nada de eso será posible. La fotografía como la ha entendido Sugimoto es una celebración solemne de indagación en el alma de ciertas representaciones, conectadas indeleblemente con la naturaleza del mundo, y de una lúcida reflexión sobre el hecho de vivir. Se trata de dotar de naturaleza propia y vivencial a cualquier objeto fotografiado gracias a una técnica y un concepto insustituible: «La pregunta que me hacía es ésta: cuando el primer humano se puso en pie y miró el mar, ¿qué vio? ¿qué compartimos nosotros con aquella visión? Descubrí que la cámara es una máquina capaz de representar el sentido del tiempo«. Hiroshi Sugimoto. No, no quiero esconderme detrás de una estéril nostalgia, pero tampoco quiero mirar hacia otro lado ante el último y apocalíptico acto final al que asistimos atónitos.
Elevar lo incurable a la dignidad de un estilo de vida. Jorge Alemán.Qué bonita frase extraída del ideario freudiano. Siempre he observado el fenómeno psicoanalítico y la obra de Freud con inmenso respeto, a pesar de la dificultad intrínseca que contiene: la materia de trabajo es el lenguaje y a partir de ahí su mundo se ensancha hasta espacios inabarcables, infinitos, luego imposibles. Como soporte en el que sustentar la creación, el arte y la filosofía también sugiere caminos inagotables. Aunque sólo sea por eso, es una suerte haber nacido después que él y así disponer de un nuevo campo para intentar entender algo de lo que nos sucede a los humanos.
HIROSHI SUGIMOTO Y LA FOTOGRAFÍA (el final de la historia).»No importa cuán falso sea el tema, una vez fotografiado es como si fuese real». Hiroshi Sugimoto. Este incontrovertible artista ha sido, además de un innovador o precursor originalísimo en cuanto al contenido de sus obras, un artesano pulcro, preciso, virtuoso. Con motivo de su exposición actual en Madrid ha opinado en entrevistas sobre la deriva de la fotografía pre-digital, la que sigue realizando: «De manera intencionada miro zonas oscuras y tenebrosas para conseguir más detalle; eso tiene que ver con la caja negra de la fotografía, con el proceso de encontrar más detalles que a simple vista no se ven, con una mayor claridad en el proceso de información de mi fotografía. Yo a la fotografía digital casi la llamaría de otro modo. No es manual; son solo imágenes. Lo digital ha acabado con la fotografía o al menos con la idea que se tenía de ella. Creo que la historia de la fotografía ha concluido. La gente pensaba que la fotografía era la representación de la realidad, hasta el punto de que el departamento de policía de París la adoptó como prueba en su momento, hoy nadie lo hace; así que estamos ante el final de la fotografía…El blanco y negro es más realista al ojo y a la mente que el color y a la vez permite engañar mejor a la gente sin que eso tenga nada de peyorativo»…
HIROSHI SUGIMOTO Y LA FOTOGRAFÍA (el final de la historia). En nuestra excursión a Madrid,el sábado día once de julio por la mañana, además de a Plossu, también visitamos a Hiroshi Sugimoto en su exposición Black Box. Muestras muy distintas en cuanto a fundamentos técnicos, mirada y sentido filosófico, aunque en esto último, quizá no lo sea tanto. Se componía de una selección de sus más célebres series: mares, cines, dioramas, retratos, campo de rayos. Admiro hasta el asombro la obra de Sugimoto. Técnicamente impecable; ya de por sí, exponer en placas de 20,16 x 35,2 centímetros es situarse en otra dimensión del hecho fotográfico, tal y como se conoce comúnmente. Los positivos, en gran formato (no supe la medida, pero debía ser en torno a 1,5 x 2 metros) eran de una perfección rayana en el prodigio. «Para mí la técnica es muy importante. Mi concepto se ajusta a sus límites. Veo lo que la cámara puede ver. Siento como si me volviese una cámara. Mi mente es una cámara oscura». Hiroshi Sugimoto. Obviamente, trabajar con esos parámetros y con ese nivel de perfección formal, no solo conlleva una extrema dificultad sino que, también, comporta el desarrollo de un cuerpo filosófico que articule, amalgame y oriente tan monumental obra. En su caso, el conjunto de su trayectoria y logros alcanza un hito en el lenguaje fotográfico de una extraordinaria solidez. Se podrán compartir sus criterios o no pero, lo que es indudable, es que su manera de hacer es rigurosa, profunda, lúcida y respetuosa hacia la fotografía como disciplina artística tal y como se ha entendido hasta hace nada. Sugimoto, me parece, siempre ha querido ir más allá, penetrar en el alma del mundo a través de los temas elegidos. Sus series, representaciones de la capacidad de la fotografía combinada con el talento, alcanzan y desvelan secretos del mundo solo al alcance de los grandes creadores. Dice Sugimoto, en una original analogía sobre la vida y su modo de fotografiar: «Una diferencia entre la cámara y el ojo humano es que el ojo no tiene obturador. De modo que es como si hubiera una exposición continua. Cuando uno nace empieza la exposición. Cuando uno muere se cierra. Es la única exposición. La vida es una larga exposición»…