El inverosimil encuentro entre los descubridores y los aviones…y los edificios bellos…
VEINTICINCO DE ABRIL (Revolução dos Cravos). Hoy (cuando escribo este recado), hace cuarenta y cuatro años que floreció la pacífica revolución de los claveles, en Portugal. A las 00:25 horas del 25 de abril, la Rádio Renascença transmitió «Grândola, Vila Morena», una canción revolucionaria de José Afonso. Había empezado una nueva época en ese magnífico país, abierto a todos los vientos, de un modo glorioso, épico y sin necesidad de librar cruentas batallas. Ganaron la guerra al odioso sistema dictatorial que los había sojuzgado durante más de cuarenta años. Nosotros, sin embargo, tuvimos que esperar sordamente tres años más, sin gloria, ni esplendor, ni poesía, ni flores, y sí con algo de suerte. Casi no se nos notó que ganáramos nada y, desde luego, la guerra ya la tenemos perdida otra vez, con tantos estúpidos y cerriles desencuentros ¡¡¡ya estamos como siempre!!! Dentro de tan solo dos días iremos a Lisboa, la cuna de una heroica, aunque pacífica revuelta de música y claveles. Es un honor y una suerte tener a ese bello y civilizado país y a esa maravillosa ciudad tan cerca…
“¡Tierra! ¡Tierra! Aunque mejor diría ¡cielo! ¡cielo! Porque sin duda estamos en el paraje de la famosa Lisboa”. Miguel de Cervantes
Dedicada a José Luis Herrero, compañero de aquel viaje.
TODO EMPIEZA DE NUEVO…así que llegado a este punto, y en lo que se refiere estrictamente a lo conseguido, ya que no habrá mucho más, la buena noticia es que el trabajo hecho me permitirá contar con una arquitectura sobre la que ir depositando nuevas fotografías o remover las ya hechas de un lado a otro para encontrar el mayor sentido. Lo dice el lúcido ensayista señor Fontcuberta: «El acto de creación más genuino consiste en asignar sentido a las imágenes existentes«. Eso me parece y, en ese sentido, ahora, podré ir colocando las imágenes cada una en su apartado más o menos lógico, aunque eso no estará claro nunca. Pero bueno, aunque no entienda del todo lo hecho, por lo menos que el resultado de tanto esfuerzo esté organizado. Algo así como lo que dijo W.B. Yeats: «Se tenga suerte o no, deja huella el afán»…