Torre de Hércules, espacio de luz, aire y horizontes de agua…
Reflexiones del por qué de mi diario, realizadas a partir de un texto de Ricardo Piglia de su magnífico libro: El último lector:
«Por eso Kafka escribe un diario, para volver a leer las conexiones que no ha visto al vivir.»
Fue un día de Julio de 1998. El lugar no tenía sombras y la sensaciones eran blancas por lo que enseguida supe que era uno de mis escenarios. Inmediatamente fotografié; compuse de forma automática y febril, en estos casos no hay momento para pensar ni discernir, el hecho fotográfico me ocupa por completo. No veo, sólo fotografío, que es ver de otra forma. Confío ciegamente en la revelación del proceso fotográfico, siempre aplazado, pero infalible.
No se narra para recordar, sino para hacer ver. Para hacer visible las conexiones, los gestos, los lugares, la disposición de los cuerpos.»
Me pregunto, desde el casi desacuerdo con Piglia, acaso el ver no es recordar ? o dicho de otra manera, hay alguna forma de conocimiento que no se sustente también en el recuerdo, con toda probabilidad deformado, pero recuerdo a fin de cuentas ? Ahora han pasado exactamente siete años: vuelvo a ver, escribo y, además, casi puedo percibir la intensidad de la luz, la textura de la piedra, el aire salado y mi afán de ese momento que inocula otros afanes posteriores. Muestro y me hago ver mi propio recuerdo, apoyado por la irrefutabilidad fotográfica y la inestabilidad de las palabras.
«Podríamos decir que escribe su Diario para leer desplazado el sentido en otro lugar.»
Y en otro tiempo. El tiempo presente es en esencia imperfecto, sólo ofrece pistas o sospechas; nunca certezas. Esta fotografía se completa no en el momento de la realización, en ese instante sólo es un retazo de realidad intuida y aislada, sino después, en el transcurso de la experiencia, cuando las adherencias de lo vivido y fotografiado completan la construcción en la que te has empeñado y cuando el sentido, o su ausencia, dice.
«Sólo entiende lo que ha vivido, o lo que está por vivir, cuando está escrito.»
O fotografiado. La secuencia es: presentir o sospechar en «bruto», los sentidos no aciertan a coordinarse, la lucidez entorpecida por el vértigo del tiempo inmediato e inaprensible, sólo consigue fotografiar; luego el paso del tiempo, que sedimenta o destruye y, finalmente, las palabras, que completan o enrarecen, que sostienen y defienden lo posible.