Crecí cerca de jardines ajenos, pero algo han dejado en mi mirada…
Los ecos y reflejos de los objetos devueltos por efecto de la luz, sobre una superficie azarosa, con otras formas, dramatizadas y sugerentes, me han resultado siempre fascinantes.
Siempre nos quedará Tucson
CUATRO y once de septiembre,
al mismo tiempo.
Este diario es mágico:
vivo dos días a la vez.
Veintidós días de viaje me pueden llevar
a veintidós días de inhabilitación mental.
Viajar me produce agujeros en el cerebro o
en la cabeza.
Necesito tiempo para cerrarlos.
Más o menos el mismo que ha durado el viaje.
Estoy de vuelta en ¨la innombrable¨
y no tengo nada que escribir.
Esta fotografía está realizada por mi cámara en
Tucson, Arizona. Yo no intervine.
En Tucson tampoco tenía nada que escribir
pero sí fotografías que hacer,
aunque casi todas las hicieron las cámaras,
pero al menos fui yo quien las llevó hasta allí.
Casi siempre, la fotografía, sólo consiste
en elegir el sitio donde transportar las cámaras
y esperar acontecimientos.
Si no me equivoco en la cuenta, supone que
hasta el trece de septiembre, mi cabeza
no funcionará.
Qué hago mientras?
ESPERAR,
descansar de tanto descansar,
no creer en nada; aunque a veces un poco
en algunas cosas,
no muchas, y una de ellas puede que sea
Tucson, en Arizona.
Hay en lo más íntimo de nuestro ser la huella de un tiempo que no es nuestro tiempo, de un mundo del que el mundo de ahora es sólo pálido reflejo.
Antonio Colinas