“No hay paisaje feo con agua”, -me dijo una dama- Miguel de Unamuno
Nunca sé del todo como van a reaccionar los tonos
al secarse.
Son tan sensibles como los distintos tonos de piel
al contacto con el sol.
Delicados tonos grises que se convierten
en sucios, pesados,
y así no sirven.
Blancos inmaculados que se oscurecen
hasta la sordidez.
Bajos tonos en el umbral del misterio
que se traducen en vulgares negros
sin matices ni remedio.
…Capítulo 4: Si este viaje lo hubiera hecho y descrito Muñoz Molina, sería perfecto: el placer físico habría sido sublime, gracias a su mejor uso de las palabras, claro, porque ellas ayudan a sentir más intensamente si son convenientemente elegidas y ordenadas. Hace poco describió un viaje en tren por Alemania en el que se sintió dichoso. Leía: La educación sentimental, de Flaubert, y describía las sensaciones que le proporcionaba la lectura como inmensamente placenteras, intelectual y artísticamente. Recientemente leí que Vargas Llosa había dicho que sería la novela que se llevaría a una isla desierta, viejo y manido tópico, por otra parte. Yo, puestos a elegir, habría preferido llevarme a la chica que había abandonado mi silenciosa compañía hacía unos minutos…
…El seis de noviembre, martes, se diluyó entre las páginas de Pérdida y poco más. Como casi siempre, no recibí llamadas del mundo exterior. Tampoco nadie me escribió ni envió ningún mensaje, -floto y me abandono a la deriva en aguas solitarias-. A las cinco terminé el libro; me dejó en un estado de estupor del que me costó salir. Quizá debido a su hondura y desconsuelo. Supongo. Así fue mi vida el seis de noviembre. «Todas las explicaciones son palabrería vacía». Gudbergur Bergsson