Unas veces miraban, otras no, y otros a las nubes…
BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 13
«Para ver un lugar es preciso volver a verlo». Claudio Magris.
En diez años Alexanderplatz ha cambiado mucho. No recordaba la plaza como me la he encontrado. Hace diez años me pareció otra. En esta segunda visita a Berlín, al menos tres o más veces, después de caminar mucho, recalábamos en la plaza. No sé el motivo porque no está adornada de belleza, precisamente. Sin embargo, hay algo en su caótica organización que se te pega, se adhiere al ánimo y a la mirada y te hace volver una y otra vez. Es grande, destartalada, imprevisible e incomprensible. Creo que en ningún momento conseguimos entender lo que sucedía en ella. Intenté averiguarlo con la cámara, fotografiando por doquier, pero nada, su secreto era inalcanzable para mí. Solo este hombre intentó ayudarme desde la distancia, hubo un momento de conexión entre nosotros, el instante fue muy fotográfico por lo que tuvo de fugaz, pero al mismo tiempo frustrante por insuficiente…
BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 14. «Conseguí no preguntarle cómo se llamaba». Peter Handke. Instantes después de realizar la fotografía de ayer, el hombre que bebía y que tan atento se mostró a mi propósito de encontrar algún sentido a Alexanderplatz, se desentendió de mi empeño.Todo había terminado entre nosotros. Quizá tendría que haberme acercado a saludarle pero no lo hice, por supuesto. No estoy capacitado para esos desinhibidos gestos que tanto ayudarían y enriquecerían la vida. Al fin y al cabo no somos mucho más que nuestra imagen reflejada en la pupila de los otros. «La timidez, hermana de la melancolía y la comodidad, fue en vida el atributo más arraigado del señor Artemidoro». Ángel Olgoso. Yo soy Artemidoro…
-Las composiciones necesarias-, título de esta serie. «…ella sabía mirar sin apenas mirar pero viendo perfectamente. Los neurofisiólogos, oftalmólogos y ópticos no saben explicar ese fenómeno. Tal vez porque no es un fenómeno que se pueda reproducir artificialmente en una laboratorio». Slawomir Mrozek. Sí, eso le pasa a veces a las gentes acostumbradas a fotografiar mucho, a los llamados fotógrafos y especialmente a los fotoreporteros (entre los que no me encuentro). En realidad no sé si es realmente así porque no hablo con esas gentes (los fotógrafos no tendríamos nada que decirnos), y con casi nadie, porque como decía ayer, estoy probando a ver cómo me siento ejerciendo de -hikikomori-. Sí sé lo que me ocurre en momentos excepcionalmente afortunados, y es que, con un solo golpe de vista, sin apenas mirar, consigo componer fotografías de las que luego me siento razonablemente satisfecho; sin tener ni la más remota idea de cómo las hice. Son automáticas e inevitables. Sólo siento un impulso súbito de captar una determinada conjunción de circunstancias que se han conformado casualmente. Intuitivamente las reúno en el visor y pulso el disparador. Muchas, luego, no aparecen, y las que no esperaba llegan discretamente, sin ruido. Escenas en las que la conjunción de elementos deben convertirse en fotografías, son la fotografía misma, y de hecho quizá sólo sucedan porque hay una cámara dispuesta a crearlas. Sin ella, sin la cámara, no existirían. Seguro. Otra de sus características es que suelen carecer de contenido racional o de propósito y sólo se constituyen a partir de la intuición, sensibilidad, sentido estético y deseo del fotógrafo. Consecuentemente, de estas, no tengo muchas.
Hola. Este es el nuevo sitio. Espero que os divierta, o al menos os entretenga, y si no, mala suerte; pero no para mí, porque espero pasármelo estupendamente. Hace cinco años que salió a la luz pepefuentes.com, y hoy se cumple el cuarto año de este diario: 1461 fotografías con su escrito asociado. Lo tenemos todo: aniversarios, nueva web y unas tremendas ganas de seguir trabajando. En primer lugar lo hago para mí, si no sería imposible; en segundo, para las personas que me quieren (supongo, al menos yo sí las quiero a ellas), y en tercer lugar para los que me demuestren que están al otro lado, porque si no, para mi no existen, luego no me sirve de nada. Por mi, al mundo anónimo le pueden zurcir con hilo verde, como diría Javier Tomeo.
Otro, ser otro siempre. Fernando Pessoa
El diecisiete de Octubre del año pasado escribí: i>sólo puedo hacer las cosas cuando puedo hacerlas, sólo en ese momento. Los momentos son cada vez más escasos. Tengo miedo de quedarme sin momentos y sin voluntad. Ese día, ese momento, será el momento de empezar a largarse de aquí para no volver.
Ser incomprendidos nos protege. Robert Walser
Sigo con lo de ayer: ¿es que no tiene derecho a apasionarse o a hacer el mediocre? Léase, aquel que no es capaz de llegar al mayor grado de compromiso y a quien, por lo tanto, le resultará inalcanzable el alma de lo que intente y nunca llegará a la «risa perfecta» bukowskiana. Sí, lo que haga un mediocre, lógicamente será así, como él, con todas las limitaciones del mundo, pero al hacer, se revela contra su triste condición y eso, en sí mismo, es bueno para él; aunque sólo sea para él. Es bueno y punto y, a fin de cuentas, «el mundo», el «gran arte», o la «gran literatura», sólo es un gozo para los otros o para los que consiguen una cantidad ingente de dinero por su supuesto arte.