"Hay regiones en donde el hombre cava en su felicidad las breves bóvedas de un descontento sin razón y sin sosiego". Álvaro Mutis.
Mañana se inicia una serie de 5 días, titulada EL FOTOGRAFO, sobre ser o no fotógrafo.
EXTRANJERO. Villano que es recibido con diversos y variables grados de tolerancia, según su manera de amoldarse al eterno nivel de nuestro desprecio y a la volubilidad de nuestros intereses. Entre los romanos, todos los extranjeros eran llamados bárbaros porque la mayor parte de las tribus con los que los romanos mantenían contacto las constituían hombres barbados. El adjetivo era meramente descriptivo, y no encerraba reproche alguno; por lo general, los romanos demostraban su desprecio más francamente, con una lanza. Sin embargo, los descendientes de los bárbaros (nuestros modernos barberos) han considerado conveniente replicar con la navaja de afeitar. Ambrose Bierce
DIGRESIÓN UNA: acabo de terminar dos novelas más. Una: La noche feroz, de Menéndez Salmón; soberbia, misteriosa, inquietante y breve. Seguiré con otra: Niños en el tiempo, la última suya. El entusiasmo por este autor es creciente, aunque quizá, antes, me adentre en Juan Bonilla, autor desconocido para mí. Prometedor. También he terminado En Lower River, de Paul Theroux. No sé por qué siempre había eludido a este autor, cuando me tropezaba con él y parecía que ya tocaba, daba un rodeo y le esquivaba. Una tonta equivocación por mi parte. En esta espléndida novela, la naturaleza humana otra vez, ahí, palpitante, empobrecida, miserable y fatal; pero cierta, real, fatídica e inexorable. Se desarrolla en Estados Unidos y, fundamental y dramáticamente, en un desolado paraje africano. En ambos, separados por miles de kilómetros y por una sideral distancia cultural, queda absolutamente patente la miseria del género humano, de todos nosotros, tan común en cualquier parte. Soberbia y angustiosa puesta en escena de la acción, con un desvalido y desorientado personaje por efecto de una patológica nostalgia pero arrojado y valiente en su resistencia al acabamiento, al final. Solo se le puede querer y compadecer en su bienintencionado e ingenuo modo de ser. Qué solo está y qué bien se entiende su soledad.