La convención les llenaba de adusta plenitud…
Empiezan a llegar a la plaza hombres muy serios y estirados, vestidos de frac. Mantienen breves conversaciones con los de su clase y vestimenta y luego se retiran; supongo que al lugar de reunión de los hombres de frac. Un personaje, con aspecto de saurio, los va recibiendo; si les da un recado como «el presidente le está esperando en el bar» el hombre de frac recién llegado, sin duda de inferior rango, acelera el paso. Éste, que se muestra tan feliz con su móvil, venía de la plaza, o quizá de ver al presidente, o tal vez fuera el presidente mismo.
…El «germen almendrado» (curioso recurso literario de Juan Estanislao) no es otra cosa que el desfile de los procesionarios, hombres y mujeres vestidos para la ocasión, en dos filas, una a cada lado de la calle. Las reglas y el orden escénico no cambia nunca. Avanzan despacio, dejándose ver (y fotografiar). A veces tienen que parar y aprovechan para mirar discretamente a su alrededor para ver si son vistos. Adoptan gestos adustos, ceremoniosos e inexpresivos. Parecen disimular, quizá porque se sienten culpables de falta de humildad (virtud tan exaltada por el dogma católico). Ya lo dijo el papa Gregorio Magno (San Gregorio): «La vanidad es el comienzo de todos los pecados»…
INTERLUDIO I:
PROCESIÓN: «Reunión de idiotas confirmados, que no han cultivado el sentido del ridículo». Ambrose Bierce
…Apéndice III. Aportado por Juan Estanislao, historiador especializado en hechos tradicionales de aquí:
«Todo tiene, claro está, un motivo, un germen, una almendra: la procesión, ese cortejo religioso que pasea a la divinidad en triunfo, buscando, adornada de tanta pompa y riqueza, un asombro ancestral, que no todos atinan, pero si aceptan con respeto, pues a cualquiera no deja de asombrar esta profanación de lo sagrado o esta sacralización de lo profano. Que ambas lecturas puede tener la procesión»…