Todo comienza como siempre, esa, al parecer, es la gracia…

A ESTAS ALTURAS, me pregunto que hago escribiendo de Jose María y mostrando mis imágenes, pero son las reglas de este diario: siempre soy el culpable de imágenes y textos. Mis fotografías de «la innombrable» no se parecen a las suyas. Él la fotografía de lejos y yo de cerca; y claro nos salen muy distintas. Todos los que la recrean alejándose la idealizan; ya El Greco la pintaba en la distancia y aparecía fascinante. A mi sólo me interesa un poco lo de dentro, y es porque fui niño en ella, si no, ni eso.
«..Siento la curiosidad de los perros y la piedad de las mujeres: es el paisaje de la infancia, el olor incorporado a mi espíritu en los accesos de la edad.» Antonio Gamoneda

En Agosto viajaremos (si la enfermedad de Charlie lo permite) y muy probablemente me sentiré muy cansado (aunque más o menos como ahora, en el momento en que golpeteo cansinamente el teclado de mi sufrido portátil), por eso decido ir adelantando el dichoso diario, el que sostiene la ilusión de que sigo vivo. Julio me quedó fabuloso, me parece, con la inconcebible transustanciación recorriendo calles y calles debajo de los toldos (al parecer a ese misterio teológico no le sienta bien el sol).El prodigio tuvo lugar el cuatro de Junio. Un mes después, el cuatro Julio, otra manifestación pero esta vez estruendosa, bulliciosa y en plan jolgorio contagioso y total. Siempre procuro repetir mi presencia en la una y en la otra, porque ambas van de cuestiones esenciales que implican a la naturaleza humana: la religión y el sexo…



«Ellos salen, efectivamente, poco antes de la procesión, cubiertos con grandes pelucas y largos ropajes…»

Tarasca: «…abre y cierra su boca descomunal llena de espantosos colmillos, de modo que asusta a las personas pusilánimes y supersticiosas…»