"Nuestro yo humano no es sino la conciencia de nuestra condición mortal". Henning Mankel
…que, ineludiblemente, tendrá que contrastarse con la REALIDAD de su entorno, allí donde desarrolla su vida,…
VOCES de Antonio Porchia:
* Creen que una tontería es una tontería y un millón de tonterías no. Y quieren un millón de tonterías, porque no quieren una tontería.
* De lo que tomo, tomo de más o de menos, no tomo lo justo. Lo justo no me sirve.
* Cuando lo superficial me cansa, me cansa tanto, que para descansar
necesito un abismo.
* Quería estar en algo para no estar en todo.
* El hombre cuanto más grande hace su obra, menos puede vivir de acuerdo a ella.
* Cuando creo que la piedra es piedra, que la nube es nube, me hallo en un estado de inconsciencia.
* Las cadenas que más nos encadenan son las cadenas que hemos roto.
* En la calle, nada más que la calle, y en tu casa, nada. Ni la calle.
* Porque saben el nombre de lo que busco, ¡creen que saben lo que busco!
* Estoy en la tierra e ignoro si alguna vez he sido alguien, desde la tierra.
…Estábamos acabando y no habías posado en ningún momento (o sí, no sé). Para terminar, te dije: –Carlos, ya está bien de escaparte, haz el favor de posar, aunque sólo sea una vez– y adoptaste esta postura. Si repitiéramos la sesión (yo lo haría con frecuencia), nos saldría distinta, seguro, y probablemente mejor que la de esa mañana. Carlos, quiero expresarte la inmensa satisfacción que me produjo tu presencia en mi -habitación de retratar- y agradecerte sentidamente el haberte sometido al experimento de mi impericia, porque no estoy nada satisfecho del resultado fotográfico pero sí de la ceremonia de amistad de esa mañana, que al fin y al cabo es lo que importa. Un fuerte abrazo.
…Antonino había pasado de las bonitas y agradecidas fotografías domingueras, a la paranoia, a la manía y al solipsismo. La fotografía se había apropiado de su alma, utilizando siempre estrategias sibilinas. En los primeros momentos, de juegos y risas, le hizo creer que alcanzaría el absoluto. Fotografiaba a todas las horas del día y la noche. Actuaba a impulsos de una quimérica obsesión: -la fotografía tiene un sentido únicamente si agota todas las imágenes posibles- pensaba. Destruyó su vida amorosa y su aterciopelado e insulso equilibrio gris de antes que Ella apareciera: -la inaprensible, artera y casquivana-. Antonino se hundió en una crisis depresiva. Empezó a llevar un diario: fotográfico, desde luego-. Al final de la historia Antonino pensaba: «Tal vez la verdadera fotografía total, es un montón de fragmentos de imágenes privadas, sobre el fondo ajado de las matanzas y las coronaciones». En ese momento de su vida se vio abocado a cambiar de amante dominadora: la fotografía por la locura.
EL PESO DEL MUNDO. Representación -FOTO-LITERARIA-
Ficha técnica:
Textos: selección extraída de la obra: -El peso del mundo- (1979). Siete citas y una imagen por día (hombres y mujeres en rigurosa alternancia).
Fotografías: pertenecientes al capítulo Retratos, y a la serie -El peso del mundo-; todas ellos realizadas en -La habitación de retratar–
Extensión: veintidós escenas y un epílogo.
Introducción y génesis de esta performance virtual: días, 1, 2, 3 de Marzo, de este diario.
Aclaración: he recurrido a retratos para ilustrar los textos (o viceversa) porque ambos se entienden mejor juntos. La escritura de Handke es muy física e inmediata; da la impresión que escribe desde su lado más espontáneo y visceral. Las fotografías también son así, buscan la carnalidad de los fotografiados. No obstante, los textos no aluden a rasgos personales de los fotografiados (que yo sepa), y, además, nada más lejos de mi intención que establecer esa equívoca y quizá perversa relación. Aunque en algunos casos puede que sea así, pero eso no se sabrá nunca; salvo, quizá, los fotografiados (que ni siquiera lo verán, seguro). Serán secretos nunca desvelados. La confluencia de ambas expresiones sólo es un juego inherente al mero hecho de vivir en el mundo.
ESCENA XIII
-A veces lo necesario, ser simplemente guapo-
-Cuando nos vimos y ella desvió de pronto la mirada, me estremecí de frío-
-Encontrarse guapo de repente: efecto anti-muerte-
-Solo en la noche me guiñé el ojo-
-Tengo que volver a acostarme pronto con alguien -de lo contrario acabaré perdiéndome del todo y sin saber quién soy-
-¿Mejor soportar la angustia que la compañía?-
-Mi grandeza: el estar solo-
…Para terminar las observaciones de estos días sobre –la habitación-, mencionaré un dilema sobre el que he reflexionado sin llegar a ninguna conclusión: ¿los retratos tendrían que complementarse con un información sobre el retratado? No sé. Dado que ninguno de mis personajes son notoriamente conocidos (que yo sepa y hasta ahora), quizá fuera de interés para la micro-historia que hemos vivido juntos, una breve semblanza de cada uno de ellos. A fin de cuentas, todo empeño fotográfico tiene que ver con la memoria y la lucha contra el olvido. Dentro de un tiempo, cuando apenas seamos reconocibles en el semblante con el que aparecimos en la galería, probablemente nos gustaría que esa imagen quedara eternamente unida a nuestro nombre y a nuestros actos. Si los retratos de –la habitación-, se mantuvieran vivos cien años más, probablemente, todo aquel que se detuviera a mirarlos se preguntaría quiénes fueron esas personas; qué pensaban, qué sintieron ante la posibilidad de que su imagen quedará fijada en el tiempo. Pero, lo cierto es que no debo inmiscuirme en la historia de los demás. Únicamente estoy interesado en contarme la mía y tangencialmente la de los míos. Por el momento, y salvo que ellos me pidan otra cosa, sólo señalaré a cado uno de los retratados con un nombre (sin apellidos), simplemente para evitar la fría sensación del total anonimato.
Este hombre, por ejemplo, se llama Agustín, y pasó por -la habitación- el ocho de mayo.