Ni tan siquiera consigo arañar la superfice de las ciudades…
DIGRESIÓN DOS: Anything Else (Todo lo demás). EE.UU. (2003) Guión y dirección: Woody Allen. Intérpretes: Jason Biggs, Christina Ricci, Woody Allen, Stockard Channing, Danny DeVito, KaDee Strickland. Tenía olvidada esta película y, al tratarse de Woody Allen, no me lo podía permitir; aparentemente menor, aunque para mí en la obra de Allen no hay película menor (salvo la que realizó en España, Vicky Cristina Barcelona que, además de menor, es insufrible). Se trata de una historia paseada por Nueva York, ciudad fetiche para él. Es una película amable de amor y desamor, pero salpicada por los inconfundibles y geniales matices de su autor. Esta historia, como la mayoría de las suyas, está tocada por la idea de la imposibilidad y el fracaso al que está abocada la vida; pero impregnada de un sutil y vitriólico sentido del humor, y eso es tan importante como decisivo. En cuanto a los personajes, Biggs, está bien en su papel de chico desorientado y aplicado. Todavía está en el momento de la ilusión y la fascinación. Allen, como siempre en sus interpretaciones, convincente diciendo lo que siempre ha dicho, pero, en su caso, aunque lo diga mil una vez, siempre parece distinto. Se lo cree y se nota (yo también). Y Ricci, también bien en su papel de niña caprichosa e inconsistente (su personaje parece estar creado por un misógino, aunque Allen no lo sea, imagino). La película se ve con una sonrisa complaciente, pero no por eso pasan desapercibidas las sentencias lúcidas que pespuntea el personaje de Allen. Ah, y DeVito, en su corto papel, está sencillamente genial.
NOTICIAS DE LA DICHOSA NUEVA WEB VIII: luego vendrá escribir títulos para colocar en la puerta de cada estancia, para orientación de navegantes y de mi agobiada neurona. No tendré que extenderme en torturantes explicaciones porque los hipotéticos visitantes solo pueden ser sensibles al hecho de interesarse por la poliédrica e insólita construcción…
«De noche enciende un buen habano, sube a su camioneta, tal vez maldice el carburador y sale disparado hacia su casa. Siega la hierba o practica a escondidas un poco de putting, y ya está listo para la cena. George Babbit (sobre el ciudadano ideal).
Parafraseando a Babbit: probablemente se trata de un tipo que habita en EE.UU., de hecho esta cita está en la primera página de Conejo es rico, de John Updike, que como todo el mundo sabe, fue (murió hace poco) un magnífico escritor norteamericano (al que todavía no he leído). Nada de lo que hace el yanki de la camioneta coincide con lo que hago yo pero, soy igual que él: un ciudadano ideal.
Segunda y última tarde de mi vida en San Francisco.
Por la mañana, nada. Calles que subían y bajaban vertiginosas ofreciendo espectáculo y coartadas a turistas aplicados que se agolpaban en un punto estratégico, desenfundaban las cámaras y las cargaban ansiosamente de los tópicos que crecían por todos lados. Si, inadvertidamente, caigo en una de esas zonas plagadas de trampas, las atravieso rápido, sin mirar alrededor y cuidándome de que las cámaras estén debidamente protegidas. La mañana transcurría arrastrando intenciones por cuestas que me dejaban sin aliento. Por la tarde, la niebla se levantó y San Francisco comenzó a iluminarse. Es una ciudad teatral, casi todos los días tarda en subir el telón; mientras, los espectadores, caminamos desorientados esperando que empiece al función.