Lo que ve el Flâneur: Maniquies en Rasnov y Sibiu, una vaca fotógrafa en Praga y una esquina en Nueva Orleans. Y algunas cosas más…

…El sentido y el hecho consiste en eso: en nada en especial. Esa es la esencia misma de lo que define el motivo de mi mirada, luego de lo que me constituye. La clave está en el enigma que guarda cualquier trivialidad que me sale al paso, en lo que puede estar sucediendo frente a estas cuatro siluetas de espaldas, que no es nada, o es todo, por ejemplo, gente en modo «turista» que se agolpa por doquier y que tanto me gustan y tanto me disgustan. Todo al mismo tiempo. Sí, porque soy como ellos y ellos como yo. Todos mezclados somos todo y nada. Solo materia enigmática y espíritu traspasado mortalmente por el tiempo…

Lo más curioso del asunto que vengo contando es que, días después, tuve que pasar por el mismo sitio a la misma hora (más o menos) y, de pronto, percibo el mismo olor, levanto la vista (seguía mirando al suelo), y le veo a ÉL, unos cincuenta metros por delante de mí, pero su rastro oloroso se mantenía ingrávido y persistente a la altura de mis pituitarias, a pesar de que las tengo maltrechas por los químicos del laboratorio. Aceleré el paso para acercarme un poco más y así gozar de su fragante proximidad, pero no fue posible; dobló una esquina en una dirección que yo no llevaba, como es lógico. 

«Una fragancia bien elegida puede ser una característica  diferenciadora. Es lo primero que la gente percibe de uno cuando entra en una habitación y lo último cuando sale.» Giorgio Armani. 

En el caso del «hombre  en el que predominaban los tonos grises, su colonia (o lo que fuera) alcanzaba una extensión  de capital de provincia, como mínimo.

EL LIBRO DE LA RISA.                                 
Escéptica. En la ciudad de K. había cientos de vacas por calles, puentes, plazas, parques….. Intuía que tenía que existir mi vaca, y sí, tras buscarla por todos sitios, por fin apareció: la vaca fotógrafa. La intuición tenía que ver con el hecho de que, como fotógrafo, a veces me siento como una vaca mirando pasar los trenes al atardecer.