“El dios y el mar. Y más allá, los dioses y los mares. Siempre.” José Ángel Valente
Libros temáticos: otra novedad! Irán apareciendo libros paulatinamente (cuando a mi me vaya dando la gana hacerlos, por supuesto), y como últimamente estoy contento, seguro que me darán (ganas). Lo de la infancia infeliz aporta mucho dinamismo, eso sí, después, cuando ya no queda tiempo para casi nada, maldita sea.
El primer libro, con 52 fotografías, se titula La mirada horizontal, y no trata de otra cosa que de eso: de la -mirada horizontal-, también hay miradas verticales, diagonales y malintencionadas, faltaría más, pero esas vendrán más adelante, supongo. Ah, hoy es domingo otra vez, ¡cómo va el mes!
UN ACERCAMIENTO A Edward Hopper. No sólo por el interés que encierra su obra y por su indudable genialidad para interpretar el mundo iconográfico contemporáneo, sino, también, por su capacidad para penetrar en las sombras de la naturaleza humana. En septiembre visité una exposición de su obra en el Museo Thyssen-Bornemisza. Espléndida. Es uno de los pintores con mayores resonancias en el lenguaje fotográfico. Un precursor, sin duda. Singular y especial. Bien, como suelo hacer, dada mi incompetencia analítica y crítica del Arte con mayúsculas, me limitaré a rendir homenaje a Hopper y a esa exposición con palabras suyas y de otros, y fotografías que espero que tengan que ver algo con su obra. «El que ama la naturaleza es aquel cuyas sensaciones, interiores y exteriores, se ajustan exactamente entre sí». Emerson
A PROPÓSITO DE BERNARD PLOSSU (el fotógrafo que siempre ha estado de moda)…No había creación performativa en sus fotografías, sino más bien eran, o parecían, el resultado de una cierta mística, de un trance talentoso. Su técnica estrictamente artesanal era correcta: buena interpretación de la luz, adecuadamente expuestas y positivos sin virtuosismo pero eficaces. Su mirada, situada entre el lirismo y una cierta épica plástica, me pareció tremendamente inspiradora e inalcanzable para mis posibilidades. Me resultó sumamente estimulante el diseño de contenidos (tanto literarios como autobiográficos), así como una presentación sumamente elogiosa del editor de aquel número de Nueva Lente, Carlos Serrano G.A.H.:«…Éstas imágenes son para siempre. Hay en ellas una intensidad que está por encima de los detalles y los logros…Ved, se trata de la luz, del tiempo, de la historia. Es Bernard, «fotógrafo viviente», quien nos invita a VER con aquella intensidad que se encuentra al borde mismo de las lágrimas»…
Siguiendo el curso del río (serpenteando como él), al atardecer, llegamos al final de algún sitio. Allí había una ciudadela y cerca este dique. Fotografié (cómo no) y obtuve esta magnífica fotografía; bueno, a lo mejor es un poco obvia, pero a mi me gusta, luego la muestro. No siempre se puede ser un gran artista (como Plensa y Bernardí), pero con una cámara en la mano (en este caso la vieja cámara grande) y ante la vista del mar golpeando un dique de sugestivas y misteriosas formas, no hay más remedio que actuar, aunque el resultado sólo sea ser fotógrafo y no un gran artista (como Plensa y Bernardí). Sin embargo, yo tengo una ventaja indiscutible sobre ellos: para ser entendido, aún a riesgo de caer en la simpleza (y me temo que también en la pobreza), no necesito hoja de instrucciones.