"Cualquier persona inteligente o decente odia a la mitad de sus contemporáneos". Cioran
Con el visto bueno del vigilante, nos sumamos a la muchedumbre que avanzaba en –incesantes oleadas- hacia el mundo de fantasía Disney. Predominaban las familias con niños pequeños -todo lo que veíamos resultaba aplastantemente previsible-, así que empezamos a aburrirnos nada más empezar a caminar. Nos preguntábamos qué coño hacíamos allí, aunque siempre hemos confiado en obtener imágenes que nos den claves sobre la condición humana, en este tipo de escenarios. Además, estaba el asunto de Hollywood, que también nos interesaba, pero tampoco esperábamos encontrar pistas sobre su paradero esta vez.
…Por fin la realización de la copia ha concluido, pero no la vida de esa imagen en papel, porque seguirá viviendo a través del tiempo y mutando casi imperceptiblemente. El envejecimiento la mejorará como a los buenos vinos. Irá adquiriendo unos matices en los tonos y en la textura de su superficie que la ennoblecerán (si ha sido bien tratada en todos los procesos de realización). La copia fotográfica es la esencia misma de la fotografía, la culminación física donde cristalizan todas las potencialidades del fotógrafo y de la imagen que ha captado (siempre dependerá de lo ya existente, el fotógrafo únicamente elige y encuadra). Pero, algo le corresponde a él, entre otras cosas el tratamiento que dé a esa imagen para dotarla de un carácter y una visión propia. No hay una gran fotografía si no ha devenido en una gran copia. Fuera de ese proceso sólo hay «pantallazos» y no, no quiero condenar al ostracismo a los creadores de imágenes digitales, que por supuesto pueden ser geniales (cualquiera puede serlo, independientemente de los medios de los que se valga o del lenguaje que utilice); lo único que afirmo es que eso es otra cosa y que la copia físico química «antigua», posee unas preciosas y alquímicas potencialidades por el momento no superadas…
Lunes: nos encomendamos al espíritu de la santísima trinidad: Raymond Chandler, Humphrey Bogart y Philip Marlowe, para que nos ayudaran a encontrar Hollywood. Pensamos que si visitábamos unos estudios nos acercaríamos a nuestro objetivo. Lo más original y fácil que se nos ocurrió fue ir a los Estudios Universal, aunque de original, nada; enseguida comprobamos que además de nosotros habían ido varios miles de personas más. Pero claro, nuestra falta de esfuerzo (sólo nos servíamos de una triste guía turística), no iba a proporcionarnos ningún éxito en nuestra investigación. No obstante, no nos desanimamos y emprendimos la marcha.
Vivian Sternwood: Creí que un asunto así requería algún esfuerzo
Philip Marlowe: No demasiado
V. S.: Cual será el primer paso
P. M.: El de costumbre
V. S.: No sabía que hubiera una costumbre
P. M.: Está explicada con esquemas en la página 47, de «como llegar a ser detective en diez fáciles lecciones: enseñanza por correo».
Gran sorpresa: un paisaje de ficción hábilmente creado mediante efecto óptico; resultaba inquietante y sugerente. Desde una cierta distancia las figuras de los animosos visitantes que se detenían frente al prodigio, adquirían unas dimensiones gigantescas y los crédulos se colocaban delante para fotografiarse. Mis viejas cámaras, la grande y la pequeña (más vieja aún), no se dejaban engañar. Cuando miraba por el visor las figuras tenían su tamaño natural. Pregunté a Naty; ella tampoco veía el fantástico efecto. Quizá sólo estaba concebido para distracción de crédulos (supongo), o de gentes que tuviéramos el sentido de la realidad trastocado.
DIGRESIÓN OCHO: La reunión (2013) escrita, dirigida e interpretada por Anna Odell. Suecia. La sueca Odell, de la que no sabía nada hasta ayer por la noche, me pareció una creadora genial (y guapa). Vi su primera película en un estado de excitación emocional y estética que recordaré mucho tiempo. Es más, hoy podría volver a ver la película sin que me pesara en absoluto. Encantado. Su historia tiene una estructura original: dos partes que se complementan con sutileza y penetrante precisión. En la primera parte, Odell propone la escenificación de una fiesta completamente verosímil en la que se nos viene encima, incontenible y abrumadora, una tensión dramática insoportable. Luego, en la segunda, deconstruye todo lo que ha contado en la primera y el efecto es infinitamente más tenso y creíble si cabe. Ambas partes son una incisión brutal y meticulosa en el alma humana. Lo que muestra al fondo del corte hiede, como no podía ser de otro modo. Esta historia tiene visos de estar basada en una experiencia desgarradora de la propia Odell: el acoso que sintió a lo largo de nueve años en su colegio, en su clase, por parte de sus compañeros. Pero, a fin de cuentas, eso es una circunstancia más, aunque durísima, de lo que puede suceder en la vida; por eso a mí me importó mucho más, en esta historia hechizante, cómo nos la cuenta Odell, su determinación como narradora y protagonista absoluta. Su mirada penetrante y concentrada, sus silencios expectantes ante los que fueron sus crueles enemigos de entonces. Su rostro, su expresión, su valentía y su fortaleza física y mental son impresionantes y ejemplares. La historia, de un realismo escalofriante, nos adentra, emocional y metafóricamente, en una especie de pasillo que los malos y brutales personajes han formado y por el que hacen pasar a los débiles dándoles empellones, golpeándoles la cabeza, propinándoles patadas y escupiéndoles hasta el final del diabólico y repugnante pasadizo del terror (esa era una de las crueldades habituales en uno de los colegios donde tuve la inmensa desgracia de caer y que también sufrí). Quién puede contar una historia como ésta sin la sombra de duda de la culpa propia, de la lamentación inacabable por lo no hecho, por las afrentas no combatidas que pueden acompañarte dolorosamente de por vida? Evidentemente Odell lo ha hecho y de forma sobrecogedora; por fin, a través de esta historia, conjura sus fantasmas y destapa las culpas de los demás. Nadie de los implicados está a la altura de tan grandioso ejercicio de sumaria memoria justiciera. El travelling aéreo final, sostenido durante unos justos y precisos momentos, sobrevolando los tejados de la ciudad donde sucede la experiencia, con Odell y su amigo encaramados en uno de ellos, es una perfecta y soberbia metáfora de la perturbadora historia que nos cuenta en esta alucinante y alucinada película.