“El viaje-escritura es una arqueología del paisaje…". Claudio Magris. El viaje-fotografico es lo mismo…
Londres: paseo en una mañana de agosto (no recuerdo el día) por el distrito llamado La City. Arrastraba mi maleta del equipo que traqueteaba por la calle (yo también traqueteaba). Marcha cansina pero mirada atenta (sabía que, muy probablemente, no volvería a pisar esas calles nunca más). A veces, algún edificio me parecía bello y sugerente y lo fotografiaba, claro. De todas formas, apenas aparecían motivos con la suficiente presencia. Aunque no sé muy bien lo que es motivo o no, salvo cuando soy requerido por algún punto sensible o nervioso, de localización corporal completamente imprecisa y variable. A veces puedo sentirlo en la mirada, otras en el estómago, otras a la altura del corazón y otras cuando el sudor aparece en mis manos sin venir a cuento. Las calles y edificios me gustaban, pero eso no era suficiente: no notaba ningún síntoma psicosomático…
BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 16
En Alexanderplatz los comunistas construyeron a partir de sus conceptos ideológicos y les salió una arquitectura horrorosa y opresiva. Los edificios comunistas me desasosiegan hasta la náusea por planos, sórdidos, asfixiantes y enfermizos. Impregnados de mala baba burocrática e insoportablemente aburridos. Los que vi en la plaza y en la avenida Karl Marx me causaron esa conocida desazón. Los miré con insistencia mórbida por resultarme imaginable la irrespirable vida cotidiana de las gentes que los habitaron. Quizá lo que más me asusta es que a fin de cuentas son obras humanas y por lo tanto entendibles. Si yo fuera comunista o por efecto reflejo fascista, también podría ocurrírseme construir exactamente el mismo tipo de edificios. Son plenamente lógicos y coherentes con ese tipo de ideologías fatalmente alienantes. Al fin y al cabo lo que hacemos, me temo, puede ser perfectamente coyuntural y azaroso. No sé, todo es tan próximo e intercambiable que da vértigo. A esas gentes las manipularon y asustaron mucho. Todos debían ser iguales y todos tenían que ser vigilados para que lo fueran. Espantoso. La condición humana es capaz de todo y no siempre puede elegir. Hace falta mucha inteligencia, mucho valor y mucha suerte para conseguir salirse de la fuerte corriente en la que los hados te hayan colocado. Menos mal que a mí me han me han situado en un mundo donde es posible un gran margen de libertad individual. Sin ella la vida se me antoja como insoportable e invivible. «Durante muchos años, hasta el final del régimen comunista, en Rumania la gente se preguntaba si habría vida antes de la muerte». Antonio Lobo Antunes
Creo que me estoy poniendo un poco pesado con lo de las ironías sobre el arte moderno (postmoderno, contemporáneo, actual, o no sé; porque nunca sé como llamarlo), así que corto con este asunto, aunque podría seguir (y seguiré), pero sólo de vez en cuando. Bueno, esperaré hasta pasado mañana, porque no me resisto a mencionar la última (o penúltima) de Santiago Sierra (reconozco que ese tío me mata): se trata de 20 bloques de excrementos indios (es decir, cagadas de indio), compactadas y tratadas químicamente. Según el corresponsal que cuenta el acontecimiento, el asunto tiene sentido: -denunciar la esclavitud de los intocables que trabajan recogiendo excrementos con sus propias manos- Naturalmente, la obra, además, servirá para agrandar la leyenda de Sierra y que venda «la caca» compactada a un museo, ¡faltaría más! Ah, yo no tengo fotos de caca de indios, ni siquiera de indios de la India, ni tampoco de la misma India, así que aporto esta sencilla imagen de personas occidentales haciendo cola para entrar en un servicio público; o quizá era para entrar en otro sitio, hace ya unos años y no me acuerdo bien.