De Cuenca a Nueva York, pasando por Toledo, Cáceres y Edimburgo…
Quedan seis días para acabar el mes y ya estoy sin resuello. Las elecciones, al parecer, las han ganado los que ya se sabía. Todo seguirá igual, o no y todo irá a infinitamente peor. La capacidad humana para desarreglar las cosas es ilimitada. Y así vamos funcionando, a trompicones, subiendo y bajando; yendo y viniendo desde la grandeza a la miseria. A estas alturas de mi vida, cuando todo el mundo suele ser conservador, yo no sorprendo, también lo soy; pero no porque quiera conservar nada de nada, sino porque desconfío de que algo pueda mejorar. De los políticos solo espero que gestionen con pulcritud y eficacia y se dejen de utopias idiotas e ilogicas. Si todo sigue como está yo podré seguir haciendo lo que hago sin estúpidos, absurdos e inútiles sobresaltos. Ah, y porque también, a estas alturas de mi vida, el destino de la humanidad, de lo que se supone que es mi país, mi ciudad o mi barrio me importan una higa. No, jamás querría llegar a ser un viejo chocho que espere algo de nada y mire al mundo con ingenua necedad y bobalicona dulzura ¡¡¡y una mierda!!! Antes muerto que ser un carcamal idealista…qué deleznable y ridículo espectáculo ofrecería de mí mismo.
…Resultaba difícil el empeño de avanzar por las calles abarrotadas de gentes con sus tambores y su enfervorecido sentido de la tradición, o lo que sea. Y también los mirones, más numerosos, entre los que me encontraba. Pero no, no era eso lo más difícil porque al fin y al cabo solo había que tener un poco de paciencia; lo verdaderamente complicado era sacar algo en claro de todo eso; algo que no fuera meramente trivial, episódico, sin importancia apenas. Mucho me temía que, una vez extirpado el gozo del ritual y de la fe, quedaba bien poco; solo aglomeración y confusión. Según dicen filósofos, ensayistas, pensadores, y sobre todo doctores de las iglesias, de todas, las religiones ayudan al hombre a vertebrar la vida sobre valores sólidos. Yo no creo que eso esté tan claro; y sí, en el mejor de los casos, para propiciar majestuosas obras de arte y para que las turbas toquen el tambor; y en el peor, para manipular y esclavizar a gentes crédulas y para guerrear y asesinar en masa…
DIGRESIÓN DOS: trece de mayo (por la noche). Después de unas noches de películas flojas, malas más bien, una muy buena, espléndida, sin duda: Píe de página (2011). Israel. Dirigida por Joseph Cedar. Una historia poderosa y grave donde se cuenta la rivalidad profesional de un padre y un hijo, profesores investigadores ambos de la cultura religiosa judía, tan pesada y asfixiante (me parece). «Qué podemos aprender de las civilizaciones que han fermentado demasiado si no es a morir?» E. Cioran. Pero eso es el armazón, el pretexto, creo, porque para mí, lo que hay detrás de esas importantes eventualidades personales de los protagonistas (espléndidos los actores en sus interpretaciones) son tristes vidas alentadas por la obsesión y la insania. Qué hay al final de sus caminos atormentados, especialmente el del padre: nada, solo tristeza y olvido. Se puede perseguir una quimera toda una vida, desde el principio hasta el final; desde la fuerza física de la juventud hasta la introversión y el desfallecimiento de la vejez, pero riendo y pecando de vez en cuando. Relativizando y bailando con la vida, trayendo las carnes trémulas y anhelantes que todos llevamos por dentro y por fuera a un primer plano. Me parece. Ellos no, al menos no lo parecía, supongo que porque eran judíos serios y observantes de todo lo suyo. Qué tristeza, qué desaliño, qué inelegancia, qué estúpidas obcecaciones infelices, condenadas al fracaso, por supuesto, qué falta de finura existencial. Inevitablemente, todos los personajes que se mueven en ese ominoso entorno familiar son sombras tristes en tétricos escenarios donde solo hay libros (menos mal). Solo hay un gesto de restallante rebeldía y lucha en el hijo, cuando no tiene más remedio, aunque, paradójicamente, podría ser impostado, por ineludible. El apabullante acierto de la película es hacer creíble, infecciosa e indeseable la obsesión, los titánicos esfuerzos, la ambición, la obsesiva (im)perfección, la cobardía, el egoísmo y el absurdo. Y también, cómo no, las convenciones de éxitos y reconocimientos que solo importan a los de la secta que toque. Es una historia donde el éxito a través del rigor y el trabajo agotador se convierte en un inconmensurable acto fallido. Muestra una grave y solemne equivocación existencial, o no; pero de cualquier forma una soberbia película de un tipo (Joseph Cedar) al que no conocía de ninguna otra.
…Esta fotografía me parece insoportable. Atemporal por vieja y actual al mismo tiempo, porque representa una ceremonia social que no se acaba nunca. Está realizada en agosto de este año, en nuestro viaje, pero podría estar realizada hace cuarenta años. La indumentaria y estética de la escena es la misma desde hace mucho, mucho tiempo. Transmite tanta antigüedad que te hace envejecer nada más mirarla, y lo hace porque gentes de más de sesenta años ya han visto esta misma imagen desde hace décadas. Hay sitios a los que no conviene ir, porque el sitio mismo te coloca un montón de años encima, o te los quita, depende de cómo lo mires…
…Como dijo Jules Renard: «Escribir es una forma de hablar sin que te interrumpan». Cierto, es la única manera de que te dejen en paz con tus cosas. Eso sí, si no aspiras a ser leído; porque si no estás más jodido que si te estás quieto y callado: a la censura de los demás tienes que añadir la tuya propia. «Yo prefiero beber solo. Un escritor no se debe más que a su escritura…El mejor lector y el mejor humano son los que me recompensan con su ausencia» Charles Bukowski
DIEZ REFLEXIONES EXISTENCIALES DE UN HOMBRE INVISIBLE VIII.
Hoy me gustaría encontrar sentido a algo. Probablemente, ocupándome lo encuentre; no porque el ocuparme para obtener un resultado tenga sentido en sí mismo, ya que el fin siempre es intrascendente y olvidable, sino porque lo esencial es lo que me traiga entre manos en ese preciso momento. Si sumo todos los momentos en los que he conseguido tener « algo entre manos » obtendré el tiempo total en el que no fui del todo infeliz. En este momento tengo « entre manos » escanear una fotografía realizada en Nueva York a un grupo de personas que se fotografiaban con la estatua de la libertad a sus espaldas: justamente ésta. Tuvo algún sentido hacer esta fotografía? Quizá, aunque no lo sé exactamente; al menos actué por mi sentido de ese momento. Para esas personas quizá también tenía sentido llevarse consigo un recuerdo, compartido con otras, de su momento con la estatua de la libertad como decorado. Yo sólo observé ayudado de mi cámara. Sin ella, su momento, me hubiera dado igual y me hubiera encontrado sin sentido, mi sentido de ese momento. Ahora, me ayudo de aquel momento para, durante unos minutos, dar sentido a este momento. « …el todo no tiene ningún sentido, pero cada una de las partes por separado, sí. » Yasmina Reza