"La alegría escasea tanto…" Michel Houellebecq
Es importante, cuando uno se plantea crear una obra propia, que abarque su concepción de la vida o, mejor dicho, su paso por su tiempo. Saber qué lugar ocupa en el mundo, no sólo por si mismo sino en relación con todo lo demás y, si la obra es artística, en qué punto está en el mapa de la creación; algo así como el explorador debe saber, por lo menos, en qué continente se encuentra. Esto no quiere decir que necesariamente tenga que ser visible para los demás; puede estar emboscado y ser lo que más le convenga. Supongo.
Nos gustaría volver a Los Ángeles en otro momento, con más información, y seguir con nuestra búsqueda de Hollywood. Ésta, es mi última fotografía en esa ciudad que se desborda incontenible desde un centro inexistente; es aparentemente convencional, aunque con las fotografías nunca se sabe. La muestro precisamente por ser la última, y porque me gusta que el azar juegue: nunca sé cuál será esa última fotografía de un viaje. Fin del viaje.
» En realidad preferiría ir a encontrar las fuentes del Nilo sin encontrarlas, o la Isla del Tesoro sin hallar el tesoro. Puede que sólo seamos fugitivos de nosotros mismos para eludir el infierno que está en nuestro interior». Gonzalo Suárez
Sábado: dieciséis de Agosto. Por la mañana cinco horas de viaje de Mariana a Daytona Beach. Primero el circuito (sin interés para nosotros). Luego la ciudad. Sólo es playa y poco más, aunque ésta es magnífica: luminosa, recta, amplia y espléndida. Dimos vueltas para encontrar los sitios clave: hotel, restaurante y bares de copas. Fotografiamos un poco en la playa, encontramos hotel, restaurante y un bar de copas donde actuaba un grupo de rock ruidoso. No hubo nada más, salvo que la chica del batería del grupo estaba estupenda; pero no nos la presentó nadie.
Domingo: diecisiete de Agosto. A las nueve iniciamos la última etapa: viaje hacia Miami; cuatrocientos treinta y cuatro kilómetros. Llegamos a las dos, nos instalamos en el Hotel Royal Palm, en South Beach. La persona que nos ayudó con el equipaje nos dijo que estaba a punto de llegar la tormenta tropical Fay. Nos asustamos un poco, más que por seguridad, por el hecho de que nos podía bloquear dos o tres días, justamente los que íbamos a estar allí. Fuimos a dar una vuelta a la playa cercana y sí, el tipo del hotel tenía razón; allí estaba Fay, aproximándose amenazadoramente. Nos preocupó lo que pudiera pasar. Nos acercamos a la pequeña Habana, en Miami. Es una calle con bares y establecimientos diversos, de gente cubana. No nos impresionó, aunque merendamos muy bien, eso sí en un bar argentino. Por la noche estuvimos en un club discoteca con salida a la playa. Mucha gente, toda ella bastante joven y guapa. Nos aburrimos y fuimos a tomar la última a otro que se llama Cameo, en un antiguo Teatro. El noventa y cinco por ciento de la clientela era negra, es decir, blancos, nosotros y tres más, que además se fueron enseguida; blancos sólo quedamos nosotros entre doscientos que no lo eran. La gente de color (negro) de ese bar no nos hizo ni caso, así que nos fuimos a dormir.