"Esta es la tierra donde creció el olvido". J. Llamazares
Por eso, porque Murakami,
sin saberlo,
me ha conmovido
por la mañana,
con su inmensa sabiduría mágica,
por la tarde, quería encontrar,
un último sauce, para un último negativo,
en mi última y vieja cámara
que ya no emociona a nadie,
sólo a mí.
Así, el día, uno de mis últimos días,
habría tenido sentido…
…Así que, durante unos días (no sé cuantos), intermitentemente, incorporaré unas cuantas citas, sin orden temático, que me he encontrado, azarosamente, en lecturas recientes, inconstantes y fantasmales:
Encuentro UNO: «…Los tiempos típicos de Hegel son el otoño y el atardecer, su figura intelectual preferida es la conclusión, su color más íntimo, el gris cercano a la noche. Bajo su mirada, todo territorio se convierte en una tierra de poniente, toda opinión debe ir a parar a un cuadro concluyente. El saber terminal se origina en las horas tardías, cuando el concepto se desprende de la experiencia vivida a fin de realizar el balance para la eternidad. Haber vivido lo es todo. La vida vivida hasta el final será buena si al dejar atrás la vida llega a significar lo mismo que el abrirse paso del espíritu para la posesión plena de sí mismo«. Peter Sloterdijk.
Prefiero Octubre; pienso en él deseando entretenerme viendo como los días se acortan y empieza a tomar posiciones la gama de ocres y grises. También observando como las nubes de todas las edades y formas van asomándose a mi ventana. Me refugiaré a descansar de los cielos azules continuos, de los días interminables y del calor entorpecedor. Siento Octubre más cercano a mi estado de ánimo: los elementos son más amigables para los contemplativos levemente tristes.
SIN EMBARGO, yo no fotografío como él; ésta, realizada en uno de los parajes dónde él ha fotografiado (lo deduzco por alguna de sus obras) y desde donde se divisa nuestra ciudad, a mi me sale muy distinta. Él dirige su objetivo hacia ella, y yo, hacia el árbol debajo del cual, probablemente, él ha colocado su trípode dirigiendo la cámara hacia «la innombrable».
«Nuestra pequeña ciudad no está en la frontera, ni siquiera cerca; hasta la frontera aún hay una buena distancia, tan larga que nadie de la ciudad ha estado allí…» Franz Kafka.
Hierbas secas, piedras y maleza me arañan los pies. Pienso: cuando vuelva a mi estudio escribiré (esto mismo que leemos), también: ¿para qué escribir?, ¿por qué ese empeño en dejar huellas? (menos mal que la mayor parte de lo que se me ocurre cuando camino, se me olvida al volver). Ahora a nadie importa todo este asunto de mi escritura y mis fotografías (casi a mí tampoco), pero podría ser una faena para los hijos de mi hijo; puede que les dé por averiguar qué pensaba o hacía su abuelo y parece que voy camino de dejarles un trabajo ingente que seguro no se merecerán. Mis abuelos no hicieron nada en este sentido, que yo sepa, es más, uno ni siquiera sabía escribir, lo que me ha permitido no tener que asumir tareas añadidas.