El fotógrafo en las ciudades que no comprende…
DIGRESIÓN VEINTITRÉS. All About Eve (Eva al desnudo). EE.UU. (1950). Guion y dirección: Joseph Mankiewicz. Fotografía: Alfred Newman. Intérpretes: Bette Davis, Anne Baxter, George Sanders, Celeste Holm, Gary Merrill, Hugh Marlowe, Gregory Ratoff, Bárbara Bates, Marilyn Monroe, Thelma Ritter. A veces está perfectamente justificado ser nostálgico: viendo esta soberbia película, por ejemplo, y poco más. Espléndido blanco y negro, diálogos, interpretaciones, tempo dramático. Hace sencillo lo sumamente difícil: expresar y narrar la ambición, el arribismo, la traición, la ausencia de escrúpulos, y todo en un tono y una escenificación pleno de sutilezas y elegancia. La complejidad del guion se resuelve, cinematográficamente, como un mecanismo impecable y exacto, matizado con unas interpretaciones y diálogos que ajustan como un guante de seda, haciendo que la película no desfallezca nunca, en ningún momento. Un gozo para los sentidos y para los que aún nos queda algo de gusto por el cine clásico.
CASI TODOS LOS LIBROS (últimos)…Tan poca vida, de Hanya Yanagihara… «Para descubrir eso y más, aquí está Tan poca vida, una historia que recorre más de tres décadas de amistad en la vida de cuatro hombres que crecen juntos en Manhattan. Cuatro hombres que tienen que sobrevivir al fracaso y al éxito y que, a lo largo de los años, aprenden a sobreponerse a las crisis económicas, sociales y emocionales. Cuatro hombres que comparten una idea muy peculiar de la intimidad, una manera de estar juntos hecha de pocas palabras y muchos gestos. Cuatro hombres cuya relación la autora utiliza para realizar una minuciosa indagación de los límites de la naturaleza humana. Tan poca vida se ha convertido en un auténtico fenómeno literario, un éxito sin precedentes en las redes sociales que ha sido unánimemente aclamado por la crítica y los lectores. Hanya Yanagihara, su autora, ha sido comparada con Jonathan Franzen y Donna Tartt por su capacidad para describir con maestría la psicología de personajes complejos y hallar en el camino respuesta a cuestiones universales. Una nueva y joven voz literaria que ha llegado para quedarse…»
Elegía, Philip Roth. Qué puedo decir de este libro: no lo sé. Quizá, sólo, que me ha cautivado y emocionado. A veces leyendo puedes distraerte, sin darte cuenta; a mí al menos me pasa. No ha sido el caso, no he podido dejarlo hasta el final desde que leí la primera línea. «Hubo un tiempo en que fui un ser humano completo» dice el protagonista a través de una tercera persona que cuenta su vida y su final. Él siempre tuvo presente, a lo largo del tiempo, lo que le oyó a su padre cuando era niño: «No se puede rehacer la realidad -le dijo- Tómala como viene. No cedas terreno y tómala como viene» La grandeza de este libro radica en que se te mete en las entrañas y lo comprendes con la carne palpitante y condenada a desaparecer: «Ya no existía, liberado de ser, entrando en la nada sin saberlo siquiera. Tal y como había temido desde el principio». Qué más puedo decir: nada; mejor leerlo. La fotografía de hoy es una pálida anécdota de la grandeza de Elegía: el protagonista fue publicista en Manhattan y la fotografía, como se puede ver, también está realizada allí. No se me ha ocurrido nada mejor.
No terminamos nunca. Sabíamos que era una obra que supondría un gran esfuerzo, eso sin duda, pero deseada y necesaria; estábamos impacientes por iniciarla. Ahora, después de días, semanas y meses de grandes esfuerzos, cuando parece que la culminaremos, porque ya vemos las formas, los espacios, las dimensiones, inesperadamente, hay desajustes, excesos, desequilibrios que no habíamos previsto, y se cae parte de lo construido: hay que empezar de nuevo. Estamos empeñados en una obra grande (quizá demasiado), compleja y agotadora. ¿Para qué? me pregunto, al final de cualquier día, sobre todo los que estoy muy cansado, después de llevar horas y horas acarreando material.
Digresión sobre lo mismo de siempre: ¿Cuál es el alcance de la fotografía como lenguaje autónomo y no subordinado a otros fines? Hoy se me ocurre pensar, o más bien preguntarme, ¿tendría la fotografía cinematográfica, extraída del contexto de una película y llevada como foto fija a un soporte estático, mayor potencial expresivo que la fotografía convencional? No estoy seguro (por eso me lo pregunto mientras escribo), pero no creo, porque si bien esas fotografías podrían tener una cuidadísima puesta en escena técnica y dramáticamente, estarían realizadas en función de una historia en la que habría literatura (guión), personas (actores-artistas) que transmiten emociones, música y otros muchos recursos creativos, pero siempre se notaría su intención espuria y ajena. Por ejemplo, si de El séptimo sello, de Ingmar Bergman, extraemos cuidadosamente cuarenta imágenes, las llevamos a un soporte estático y las exponemos, probablemente, conseguiríamos una excelente exposición fotográfica al uso; pero su único sentido sería ilustrar momentos de la película, sólo eso y además se notaría…
RAFAEL CHIRBES II: «No creo demasiado en la inspiración. Creo en cierta inclinación hacia un oficio, hacia un arte; en ciertas dotes. Pero luego todo eso tienes que alimentarlo para que no se seque: un escritor se carga mirando, leyendo. Aprende -aunque sólo sea de forma intuitiva- del instrumental que le brindan los demás. Y, sobre todo, trabaja, se esfuerza, sufre, fracasa, intenta una y otra vez» Rafael Chirbes