…prolongación de un ensimismamiento propio de galeristas…
Lo que más me gustaba de la tarde es que el arte ?? (el interrogante no es porque ponga en duda que lo que allí mostraban lo fuera, sino por la desenvoltura de mi afirmación) me estimulaba y me alegraba. Hay obras con las que me lo pasé estupendamente. Recuerdo una serie de fotografías (no me molesté en saber el nombre del autor) de humo blanco sobre fondo negro, sin más, de las que no podía apartar la mirada; eran hechizantes. También me gustaron mucho, en principio, dos obras de uno de mis fotógrafos favoritos, Jean-Baptiste Huynn: dos retratos espectaculares. Luego, acordándome de ellos, llegué a la conclusión de que no eran para tanto, precisamente su técnica impedía ver más allá: la mirada se quedaba atrapada en la textura e iluminación precisa; la exactitud devoraba el alma de los retratados. Sin embargo, sí tenía alma una miniatura delicadísima de Man Ray. Hilarante, bellísimo e inquietante Gilbert Garcin: una colección de 8 ó 10 imágenes de sus mágicos juegos. Esta fotografía nada tiene que ver con los autores mencionados, es mía, y en caso de que tenga alma (la fotografía), me gustaría que compartiera una amable y cómplice charla con las de Garcin.
«Para que el arte sea es más importante la fe que el arte mismo» Rafael Argullol
Estoy leyendo, en estos días, mientras camino, Herzog, de Saul Bellow. Ni que decir tiene que la novela me gusta mucho. Me fascina el talento autodestructivo de Moses Herzog. Es un tipo sumamente inteligente, pero incapaz para la sensatez (al menos hasta la página 203, más adelante ya veremos). «Un tipo como Moses E. Herzog, un hombre mentalmente ambicioso pero nada práctico, y bastante arrogante, un individuo muy poca cosa…Saul Bellow. Así es Herzog, claro, ¿cómo no me va a interesar? Aunque su relación con las mujeres me parece irritante. Ayer, mientras caminaba, leía, y el recorrido habitual se me hizo largo, o al menos tardé mucho en volver a mi casa. Seguramente fue debido a que me paraba sin darme cuenta: abrumado por el sonido de los ecos.
Otra más: el mismo día. Ni siquiera me acuerdo en qué galería, sí que era de fotografía. Me acerqué tímidamente a la dichosa mesa y saludé: –hola, soy fotógrafo, tengo un sitio web donde se puede ver mi trabajo-, todo esto lo dije mientras alargaba la tarjeta, –os dejo la referencia por si estuvierais interesados en algún tipo de colaboración-. La individua, parecida a la de ayer, levantó la mirada de sus papeles, y me dijo: –ah, vale- sin apenas mirar la tarjeta que dejó perezosamente en un extremo de la mesa (el destino posterior sería la papelera). Me quedé frente a ella sin saber qué hacer y diciéndome -tío, tu eres gilipollas, que coño haces delante de la jeta de esta tía soportando su indiferencia- Me di la vuelta advirtiéndome a mi mismo: –como vuelvas a hacer una estupidez semejante te ingreso en un sanatorio para débiles mentales-. Desde entonces, en uno de mis sueños, se me aparecen galerías idiotas vacías, porque los auténticos artistas han huido para no volver nunca.
«Todo lo que elabora la mente mientras la vida es deficitaria resulta peligroso: pretendemos sustituir lo que no tenemos por quimeras abstractas que no son sino venganzas por lo que nos está siendo negado.» Rafael Argullol
…Procuro fotografiarlos, naturalmente. Además casi todos son gentes que tienen un indefinible atractivo, aunque no necesariamente físico. No, lo suyo es otra cosa. Me parece que es una funesta y distante mezcla de supuesta ilustración, vacua espiritualidad, displicencia gratuita y hastío. Ah, y quizá también una cierta conciencia de superioridad y desdén que intentan traslucir, especialmente, a los que no compramos lo suyo. Por si fuera poco, su aspecto físico tan estilizado en un permanente ejercicio de concentración-abstracción, les hace parecer, a un paleto desmemoriado como yo, auténticos seres miríficos y hasta seráficos… y, detrás de ellos, siempre las obras de arte, vacías, porque ellas son las que quizá nunca estuvieron allí…
…Bien, me parece que si a esas obras, objetos, soportes o como quieran llamarse, nuevas, naturalmente, se les pone un precio de mercado, entonces, provisionalmente, se las puede definir como Arte. Si se las lleva al Mercado, pero el precio al que se han tasado no es asumido (vendidas), dejan de ser Arte, no tienen valor como tal, son otra cosa, por muy creativas o geniales que sean. Por ejemplo, todos esos objetos que allí estaban y no estaban eran Arte? Apriorísticamente sí, sin duda, porque tenían un precio y estaban en el escaparate, pero, cuidado, si nadie los compra, no son nada, sólo objetos inservibles, quincalla. No lo digo yo, lo dice el Mercado, Dios supremo de estos negocios… y, detrás de ellos, siempre las obras de arte, vacías, porque ellas son las que quizá nunca estuvieron allí…