"Sus miradas/ desarman./ Sus caricias/ te pueden reducir/ a un pobre/ imbécil/. Son como el alumbrado/de la vida./ Las mujeres/Lo máximo". Karmelo Iribarren



DERAIN, BALTHUS, GIACOMETTI. Una amistad entre artistas (2). Fundación Mapfre (28 de marzo). Qué puedo decir de Balthus que no haya dicho ya en este diario a lo largo del tiempo (es uno de los pintores más interesantes para mí del siglo XX); muy poca cosa. Sin embargo, sí puedo hablar un poco de esta exposición que, como dije ayer, es fantástica. Obviamente, no es totalizadora pero sí representativa y suficiente y, además, contiene algunas de sus obras mayores, como La habitación, Los días felices y Los niños Hubert y Thérése Blanchard. Si Derain representa el artista más ortodoxo y predecesor de los otros dos, Balthus es el más literario y misterioso: tanto en sus composiciones de estudio en interiores, con escenografías cuidadas y teatrales que acentúan relatos de una perturbadora belleza, como en las escenas en exteriores, urbanas, a las que traslada las enigmáticas representaciones secretas de sus interiores, y siempre con una conexión visible pero sutil con la pintura antigua, especialmente renacentista. Balthus fue longevo (1908-2001), hedonista y hombre de vida artística intensa y vitalmente plena, si no recuerdo mal lo que leí hace algunos años en sus memorias. Por último, un testimonio de Giacometti sobre Balthus: “Tengo el mejor concepto de él. Ha recogido a través de los tiempos el mensaje de Piero, ha profundizado en el arte de Corot y Courbet, sin renunciar a ser él mismo” …


Hoy es fiesta. La hora de levantarnos no nos ha acuciado y, ayer, la noche no se alargó peligrosamente, como otras. Once de la mañana: es un buen día y una buena hora para fotografiar. Tenemos una habitación para eso: la llamamos grandilocuentemente y con notoria falta de originalidad: plató. Colocamos el equipo y los flashes (qué coñazo). A pesar de que no nos acostamos tarde y que sólo bebimos lo estrictamente necesario…? estamos algo espesos y nos cuesta bastante dar con la iluminación que deseamos. Entre interrupciones y torpezas, finalmente lo conseguimos. Empezamos a fotografiar: alternamos soportes, formatos, vestuario, alguna que otra idea y también torpezas; cómo no. Lo pasamos bien fotografiándonos sin otra cosa que hacer. Lo dejamos a las tres de la tarde; resultó una estupenda mañana de fiesta.
