En las inmediaciones de Tucson fui feliz persiguiendo misteriosos cactus…

UN DÍA EN TUCSON (hace ahora trece años) V
En las inmediaciones de Tucson, sobre cualquier otra presencia, los maravillosos y bellísimos Saguaros. Me fascinan. La tarde la dedicamos a recorrer las carreteras que bordeaban la ciudad, con el único propósito de admirar el abrupto paisaje y las grandes extensiones de Saguaros. Parábamos con frecuencia y nos adentrábamos campo a través buscando el gran cactus de nuestra vida. Eso pensaba y me animaba para ir de uno a otro, comparar unos y otros y determinar cuál era el más atractivo. No era fácil, todos se parecían, todos fantásticos y airosos. Magníficos. Gozosa y bellísima experiencia estética aquella lejana tarde, en el abrupto paisaje de Tucson…
La Fotografía: Uno pequeño, solitario y esbelto. La fotografía y el fascinante Saguaro se merecían un singular tratamiento áureo. Por supuesto…


UN DÍA EN TUCSON (hace ahora trece años) VI
Sigo sufriendo de dolores (Míster Zoster) y de añoranza de Tucson. A la caída de la tarde, entre dos luces, seguíamos deambulando por carreteras secundarias en las sierras que se extendían en las inmediaciones de la ciudad. Una oscura y amenazante tormenta cubría el paisaje. Las negrísimas nubes nos rozaban la cabeza. Los relámpagos orlaban los alrededores y algunas gotas gruesas y calientes caían tímidas, sin decidirse a descargar toda la potencia que parecían tener…
La Fotografía: A pesar de la impresión que causaba el ambiente tormentoso, paramos en una cuneta, sacamos el equipo: la vieja Mamiya, el trípode, un flash, y realicé esta fotografía (no utilicé la vieja cámara grande, sino la pequeña).
