Lucía Mae IV
CARTA A LUCIA MAE II. Hoy llegas a los dos años. Seguimos a varios miles de kilómetros de distancia. Como no es fácil que te acuerdes de que este verano hemos pasado unos días juntos, te contaré como te he visto después de un año. Nada más encontrarnos, te escondiste detrás de las piernas de tu madre; creo que te habían dicho quienes éramos Naty y yo, pero aún no podías comprender hasta donde llega nuestro vínculo. Poco a poco fuiste perdiendo la extrañeza y enseguida empezaste a reírte y a jugar con nosotros. Nos enseñabas y ofrecías tus juguetes y tus libros; era tu forma de mostrarnos tu confianza y simpatía. Tu mirada era intensa e inquisitiva; parecías decirnos con tus ojos: ¿qué tenéis que contarme? ¿queréis ver todas las cosas que tengo y que me gustan? ¿jugaréis conmigo? ¿realmente sabéis de algo, o sois unos bobos que sólo habéis cumplido años? Debías contestarte, muy probablemente: -aunque no consigo entenderos del todo y no os conozco todavía, os daré un margen de confianza y os aceptaré siempre y cuando me caigáis bien. Dependerá de cómo os portéis. Tengo muchas cosas que hacer y aprender, y, además, están mis padres, a los que conozco desde siempre, me cuidan y además me gustan-. Así te vi, inteligente, vital, incansable, alegre y ya con síntomas de un carácter prometedor. También generosa y tierna; todas tus cosas las compartías con nosotros, y por lo que vimos y nos contaron tus padres, también con otros niños. Deseo que el tiempo y la experiencia te vayan dotando de prudentes estrategias defensivas, porque el mundo no es un territorio fácil y no todas las personas merecerán tu confianza y generosidad. Ojala viva lo suficiente para que me enseñes algunas de las cosas que aprendas, porque yo, tu abuelo, aún no he conseguido saber gran cosa de casi nada. Hablaremos de eso y de otras muchas cosas en el futuro, seguro. También quiero decirte, Lucía, que a Naty y a mí, nos encantó verte y que nos gustaste mucho. Sentí la íntima satisfacción de intuir, o más bien saber, que eres y serás una guapísima e inteligente niña y, con el tiempo, una bellísima y cultivada mujer. Felicidades Lucía Mae y hasta muy pronto…
CARTA A LUCÍA MAE (V): Hola Lucía, ya estoy aquí otra vez, por tu cumpleaños. Este año es el quinto. Tú allí y yo aquí. Todo va muy rápido, sobre todo para mí (a partir de un cierto momento todo se precipita incontroladamente). Para ti, ahora, el paso del tiempo es una experiencia diferente: lenta e impaciente, seguramente. Aunque, por lo que he observado, en ti ya tiene una considerable importancia. Tienes una inclinación natural a emplearlo intensamente en las cosas que te gustan: los libros, los juegos con tus princesas y el trato con otros niños. Es curioso, pero se parece bastante a lo que a mi me gustaba a tu edad; aunque en mi caso no había princesas, sólo una perra muy lista (Cuca) y un aro; pero lo que más me importaba eran los otros niños. A ti también. Por lo que sé, también te encantaría tener un perrito listo con el que jugar. El verano pasado, en los días que estuviste aquí, cerca de nosotros, observé algo que no había visto antes a otros niños: querías subir a toboganes y columpios con tu libro de historias principescas debajo del brazo. No lo soltabas. Supongo que pensabas que eran perfectamente compatibles, porque ambas cosas te gustaban y, por qué renunciar a una de ellas. Yo, a los cinco años, aún no había empezado a ir al colegio, por lo que en aquella época no jugaba con otros niños y tampoco había libros en mi vida. Tú, sin embargo, ya llevas más de dos años haciéndolo y eso es, y será, estupendo para ti. Me apetece mucho recordar en esta carta la gratísima satisfacción que me produjo este verano escucharte hablar español, y tu perspicaz e inteligente capacidad para interpretar conceptos y palabras. Una mañana de sábado, en la que paseábamos por un parque, viste una puerta cerrada que se encontraba por debajo del nivel del suelo y enseguida la señalaste: «es una puerta secreta». Parece que tendrás talento para la literatura. Lo que es seguro, me parece, y eso me encanta, es que los libros y las historias siempre ocuparán un lugar capital en tu vida. Pero lo que más me gusta de todo es cuando nos encontramos después de meses sin vernos y corres hacía mi y me abrazas con mucha fuerza. En fin, Lucía, sólo quiero decirte que el recordarte me emociona porque te quiero. Tu quinto año será fabuloso, seguro. Felicidades y un beso muy grande para ti.