"No he de responder sino reunirme con cuanto está ofrecido en los atrios…"Antonio Gamoneda
Las fotografías que acompañan los textos y las citas de Bullock, de estos últimos días (y siguientes), están realizadas bajo la fuerte sensación de que ese escenario emitía señales y enigmas que me aludían. La sentía a través de la luz; del embaldosado ajedrezado; de las columnas del atrio; de los huecos y puertas; de las personas que aparecían y desaparecían; de las que se paraban o se asomaban desde los intersticios de las columnas. Fueron momentos que viví exaltadamente, bajo un gran estímulo estético. Lo único que me importaba era el inmenso e inmediato placer que sentía fotografiando. Después, fue el resultado que podría haber obtenido lo que más me preocupaba, y bastante menos, el que éste resultara comunicable o contagioso. Al fin y al cabo uno no puede cargar con la responsabilidad de la percepción o no de los demás. Bastante tengo con la mía. «Uno trata de hacer fotografías que evoquen no sólo el sentido de lo externo, sino de ese algo que sientes por dentro, algo que tu ojo no puede ver directamente pero que tu mente sabe. Para mí, esto no es introspectivo, es real. En estos últimos años he definido la realidad y la existencia, pero algunos se preguntan qué tiene que ver la realidad y la existencia con la fotografía; es algo puramente filosófico. Yo no lo creo así. Es filosófico, desde luego; pero para mí es filosófico, si se quiere tratarlo así. Aquellos a quienes llamamos filósofos son precisamente los que penetran más profundamente en las cosas». Wynn Bullock
Cuando miraba los objetos, pensaba: ¿Qué es lo que estoy buscando en realidad? Entonces comencé a comprender que estaba buscando cualidades. Las cualidades eran, simplemente la naturaleza o el carácter que pertenecían o distinguían a una cosa. Una de las primeras cosas que descubrí es que todos los objetos tenían cualidades espaciales.» Wynn Bullock. Y, accidentalmente, presencias y ausencias. Todo cuenta. El fotógrafo organiza el escenario mental o intuitivamente y espera a que las cosas sucedan. Estuve en ese atrio más de una hora. Podría haber sido más paciente y esperar y esperar. Quizá otras composiciones habrían añadido o perfeccionado la expresión de las cualidades fotográficas que sin duda tenía ese espacio, rebosante de luz a presión y de «otras cosas» que podían verse o intuirse; o tal vez no. Depende de la visión y la percepción de cada uno. Lo que no sucedió en mi tiempo en ese sitio, nunca tendrá lugar para mí. A las fotografías itinerantes sólo les concedo un tiempo limitado. No puedo romper el equilibrio del deambular incesante del día. En esa limitación radica parte de los valores netamente fotográficos: la acción fotográfica se desarrolla en un preciso momento y no en otros. No puede ser de otra forma; ahí estriba parte de su grandeza o miseria. No se puede parar; un poco más adelante habrá otro escenario (o no), que antes de que el sol se ponga tendrá algo que decirme.
CASI TODOS LOS LIBROS (últimos)…Horas en la biblioteca, de Virginia Woolf. «La importancia de Virginia Woolf como novelista y precursora del feminismo ha eclipsado su faceta de gran lectora y de crítica literaria fundamental, si bien a lo largo de su vida publicó con asiduidad en el Times Literary Supplement y en otras revistas literarias auténticas joyas ensayísticas por su finura en la apreciación de sus contemporáneos y los clásicos de la lengua inglesa. Esta compilación abarca toda su trayectoria, desde sus primeros desempeños en la crítica literaria y en el ensayo informal, o el esbozo literario, siendo todavía muy joven, hasta sus últimas y rigurosas piezas acerca de autores como Kipling, Melville, Dostoyevski o Conrad…».
No suelo volver sobre libros leídos y tengo la impresión de que no es bueno. La razón: ¡son tantos los no leídos! Esa es una de las causas de que nunca llegue a saber mucho de nada. Tampoco lo necesito. En definitiva, uno siempre hace lo que más le conviene; aunque sea sin darse cuenta. En una de las pocas cosas que siempre he creído ha sido en el instinto, y que fuera el destino quien decidiera. Estos dos dudosos, pero indudables valores, tienen muchísimo que ver con la fotografía. Ah, se me está olvidando referirme al libro releído: Diálogo con la fotografía, de Paul Hill y Thomas Cooper. Versión y edición española: 1980. Como sugiere el título, los autores se acercan a la fotografía a través de entrevistas a fotógrafos/artistas importantes, todos ellos nacidos a primeros del siglo XX o finales del XIX, la mayoría americanos. Hace años, me llamaron la atención las reflexiones de Wynn Bullock. Releído ahora: sus conceptos y filosofía del lenguaje fotográfico me siguen pareciendo lo más interesante del libro. No así su obra fotográfica (lo poco que conozco). No siempre sale bien armonizar razón (filosofía) y pulsión (obra). «El proceso de tomar fotografías, o en todo caso una parte mayor de este proceso es algo intuitivo. No se puede salir a planear lógicamente una fotografía, pero cuando se vuelve la razón toma las riendas y verifica o rechaza lo que se haya hecho. Por eso digo que la razón y la intuición no están en conflicto, sino que se refuerzan entre sí.» Wynn Bullock
Este mes está un tanto descontrolado y desprovisto de contenido. No tengo historias que contar, y casi ni siquiera impresiones, sensaciones, sospechas, miedos, sobre todo miedos (que es de lo que más hablo en este diario). Debo estar otoñal, pero nada poético, sólo mustio y desenfocado. Podría ponerme pesado con las mismas cosas de siempre, a saber: el paso del tiempo, la literatura, el arte, la fotografía, la imposibilidad (sensación más frecuente de mi atolondrado espíritu), la vida y la muerte (o viceversa), el ser o no ser, y bla, bla, bla… Pero no, no me apetece escribir siempre de lo mismo. Me aburre. Sin embargo, sí tengo fotografías, muchas y variadas fotografías, tantas que, automáticamente programadas, y sin escritura, me permitirían estar varios años sin nada que hacer. Quizá este diario ganaría bastante. Si la sucesión diaria de imágenes fuera sin mi intervención y azarosamente, seguro que me entretendría mucho más viendo, cada día, qué fotografía había tocado. Después de escribir he pensado: fotografía+aleatoriedad, y me ha venido a la cabeza, súbitamente, la imagen de hoy. No lo he dudado, aquí está. Por qué? yo qué sé. Porque sí y basta.
Cuando llegué al atrio de la catedral me quedé un rato parado frente al pórtico sin hacer nada. Intuí a través de la luz y la arquitectura que allí había fotografías que tenía que hacer. No, no se trataba de ninguna visión o iluminación, anuncio angelical, mística o cualquier otra enajenación. Era más sencillo: creo ser fotógrafo (aunque sólo sea porque utilizo una vieja cámara grande) y ese era un lugar con fotografías en su interior. Desde fuera no veía nada, así que decidí ir al interior; y sí, allí era otra cosa. La luz adquiría volumen, separaba espacios e invitaba a quedarse a mirar y sentir. «Si una cosa es real, existe. Desde luego que existe, pero hay una significación independiente entre ambas que es igualmente importante, y ésta es la única idea o concepto original que yo haya tenido…La existencia, aunque técnicamente pertenezca a la realidad, tiene un significado independiente porque es verdad lo desconocido. Tu fe y tu razón te dicen que debe haber alguna fuente para aquello que es real para ti, pero lo que es real para ti son solamente tus sentidos, tu cerebro, tu mente…La realidad es un proceso en marcha que puede ser desarrollado, y desarrollado, y desarrollado.» Wynn Bullock