Mi sentido del paisaje: casi ni sentido ni paisaje…
EN ESTOS DÍAS, en los que me encuentro desfondado sin saber exactamente por qué, no aparece nada que pueda escribir que me entretenga y, lo que es peor, tampoco nada qué hacer que me motive lo suficiente para moverme de un lado para otro y aguantar el día de pie, como si importara algo estarlo. Fotográficamente no sé cómo continuar la historia, la mía, –demasiada confusión a lo largo de muchísimo tiempo-. Sí, ya sé, está el arreglo de cuentas con el pasado, pero tampoco sé si esos juegos onanistas me sirven de algo. De cualquier modo, en estos últimos días es lo que más me ocupa y preocupa, dado que existe la previsión de que mi paisaje infantil cambie drásticamente su geografía, hasta el punto de que será completamente irreconocible. Es una perspectiva que me tiene muy confundido, nervioso y hasta aquejado de momentos de ansiedad. Quiero hacer algo, desesperadamente, para despedirme y poder estar en paz con ese paisaje para siempre, si no, me temo, tendré pesadillas nocturnas y lloraré inconsolablemente por mucho tiempo.
pepe y las citas XCII. NUBES:
«las nubes,
leve espesor casi animal del aire». José Ángel Valente
«Nubes: como si tuviéramos sobre la cabeza un mar furioso». Jules Renard
«Nubes a la deriva, continentes
sonámbulos, países sin substancia». Octavio Paz
«La forma de las nubes no se repite nunca, en eso se parecen a los sueños». Álvaro Valverde.
«Nubes, nubes, nubes, nunca dejan de asombrarme. Porque son tan barrocas, tan ingenuas y llamativamente encantadoras». John Banville
A PROPÓSITO DE LAS FOTOGRAFÍAS AUREAS: hace mucho tiempo que no traigo a este diario estas carísimas imágenes; ayer traje una, y en los próximos días traeré más. No hay ninguna razón en especial, salvo que temática y anímicamente me vienen bien. En estos últimos días, estoy esforzándome mucho en el proceloso mundo de la comercialización de los productos químicos para poder seguir virando a estos maravillosos tonos, analógicamente claro, porque supongo que con el Photoshop se conseguirá con un golpe de clic (lo cierto es que no lo sé). Durante muchos años, y hasta hace poco, me acercaba una tarde a Madrid y los compraba a un precio razonable sin ningún problema. Ya no, ahora tengo que pasar horas buscándolos en internet y ni siquiera así. Son en torno a seis productos y he conseguido uno de ellos en Italia, cuatro en Barcelona (tan lejos o más que Italia) y el esencial, Cloruro de Oro (que tiene un precio astronómico en Cataluña), tendré que intentar conseguirlo en Shanghái, como muy cerca (y también será carísimo). Quizá tenga que olvidarme de una puñetera vez de las exigentes y carísimas necesidades del –cuarto oscuro-.