Un hombre ridiculo huyendo de su pasado…
DERAIN, BALTHUS, GIACOMETTI. Una amistad entre artistas (3). Fundación Mapfre (28 de marzo). Muy probablemente, Giacometti sea el artista de mayor proyección de los tres y, sobre todo, el más relevante artísticamente, así como el de mayor reconocimiento en el siglo XX. Se lo merece porque, especialmente sus esculturas, son únicas, no se parecen a nada hecho, tanto antes como después. En la exposición había una de sus obras más importantes, El hombre que se tambalea, y algunas otras igualmente significativas como La jaula. En cuanto a su pintura, me parecieron importantes: Isabel en el estudio, Isaku Yanaiara y su autorretrato de 1920. En conjunto, su pintura es asombrosamente parecida a sus esculturas, o viceversa (Naty me comentó que ver sus pinturas era como ver sus esculturas, todo formaba parte de la misma mirada). Sus obras, todas, me sobrecogen por la convulsa y transcendente belleza que irradian. Trabajó intensamente durante toda su vida (1901-1966), sobrevivió durante tres años a un cáncer de estómago, y permaneció activo hasta el último minuto. La fotografía de hoy es, de algún modo, un homenaje al maravilloso y despojado árbol que creó para la escenografía de una representación de Esperando a Godot, de Samuel Beckett; la hice hace unos pocos años, naturalmente, sin saber nada de esa obra. Por último, una cita de Giacometti sobre sí mismo: “Sí, el arte me interesa mucho, pero la verdad me interesa infinitamente más (…) Cuanto más trabajo, más veo las cosas de otro modo, es decir, todo se hace más grande día tras día. En el fondo, se vuelve cada vez más desconocido, cada vez más hermoso (…) Eso es lo que me hace correr, trabajar” .
…el intruso titubea sin saber qué hacer en tan inhóspito entorno donde no sucede nada desde hace tantos años ya. ¿Dónde vas?, imagino que le pregunto desde lejos. No me responde. Mira angustiado a su alrededor. Le grito: -Aquí no hay nadie, sólo una oveja abandonada en un chamizo cercano; ni siquiera crecen hierbas, ni vuelan pájaros, ni se arrastran culebras. Nada, nada sucede ni sucederá-. El atribulado y extraño personaje no me contesta. El silencio es absoluto. Parece dudar. Observo su desconcierto y tengo la impresión de que ni siquiera me ve. Seguramente no se explica por qué ha llegado hasta aquí ni para qué. Intuyo sus temores: -siente que su cuerpo no le sostendrá y caerá fulminado al suelo del que no logrará levantarse nunca. Su cuerpo gris se irá disolviendo y confundiendo con el gris de esa tierra áspera hasta que sólo sea una mancha informe que nadie descubrirá nunca-. De pronto, y como catapultado por un resorte invisible, echa a correr sin rumbo aparente, acuciado por la necesidad de huir de este ominoso lugar. Con la cámara entre mis manos, después de fotografiarle, sigo observando su fatal carrera hacia la nada durante unos instantes y también noto la acometida del pánico y una irresistible necesidad de correr y correr como él…
…Seguí dejándome llevar por el silencio y la soledad del triste y abandonado lugar, y comencé a fantasear con imágenes que se me aparecían inconteniblemente: -un personaje extraño se acerca oscura y lentamente en dirección a un árbol seco. Le observo intranquilo a una cierta distancia…