La temblorosa belleza de los años setenta…
Cuestiones de Estilo II. Los propósitos son inútiles, sobre todo los buenos. La naturaleza termina imponiéndose siempre. No se puede evitar ser quien se es. El único estilo posible, por auténtico y cierto, es el que uno trae desde el otro lado y eso no hay quien lo cambie. Se puede intentar corregir algunas cosas, un matiz por allí, otro por aquí, maquillaje a fin de cuenta. Incluso mejorar en algo a fuerza de trabajo, de esfuerzo, de rigor y disciplina, sí, pero eso solo es algo funcional o estratégico, porque lo esencial ya estaba escrito y es inamovible. Es el estilo del ser, troquelado de principio a fin. No se pueden hacer las cosas fuera de lo que uno es. Las imposturas y los insensatos propósitos caen disueltos por el abrasivo ácido de la propia naturaleza. Creo…
Cuestiones de Estilo I. Últimamente, sin darme cuenta, la mayoría de las fotografías en las que pienso y llego a realizar (no todas las que se me aparecen como posibles llegan a concretarse) se presentan ante mi cámara secuencialmente (siempre dos, tres, cuatro, e incluso más), o bien, si es una fotografía única, con movimiento en la propia imagen. Lo curioso es que es así, de forma automática me salen así, sin que llegue a través de arduas e interminables reflexiones. Quizá sea por mi gusto por el cine y los diaporamas (que ya no hago). Si fuera un tipo de los que tienen que «vender» lo suyo, me convendría elaborar un prolijo discurso teórico para que el asunto pareciera más, pero no, eso no me sale y por el momento no lo necesito. No obstante, mi despreocupación por explicar lo ya mostrado, quizá, me impida profundizar sobre el sentido de lo que hago, o dicho de otra forma, ser un tipo orientado y sólido. Si me lo propusiera quizá conseguiría armar un cuerpo teórico que podría dar el pego; por ejemplo, podría comenzar con una cita como ésta o parecida: «Bacon tiene un horror bergsoniano a lo estático. En consecuencia, ha tratado de acelerar el pulso de la pintura acercándola a las fuentes ópticas y psicológicas del movimiento y la acción en la vida.» Sam Hunter. Y luego, más y más ocurrencias y argumentos, con sentido o no, eso da igual, porque al fin y al cabo se trataría de llenar el catálogo de la «importancia«. Pero no, el asunto, en mi caso, no va de eso, yo solo fotografío lo que se me ocurre, sin más.
Cuestiones de Estilo III. Pues eso, que a veces lo intento y no me sale. Consciente como soy, me parece, de mis inmensas lagunas e impotencias no hablaré de mi ser en el mundo, sino solo de lo que tiene que ver con mis empeños «artísticos» en los que procuro y me esfuerzo en ser mejor, pero no, no tengo la sensación de progreso y mejora. Aunque me empeñe en superarme y dar saltos cualitativos e instalarme en otro nivel, superior, naturalmente, nada de nada. Siempre soy el mismo y mis logros y mis fracasos también. No asciendo ni un ápice. La experiencia es una falacia. Si miro hacia atrás encuentro que hay hallazgos a lo largo del tiempo, pero en sentido horizontal, nunca vertical (hacia arriba, quiero decir). Puedo añadir matices, variantes, dedicación, trabajo, e incluso encontrar expresiones nuevas, pero nunca, nunca, transciendo y supero la capacidad, sensibilidad, talento, audacia, o falta de todo ello, o al menos, los atributos que me fueron asignados cuando me vine para acá, para este jodido mundo, en el que alguien ya debía saber cuál sería mi sitio, pero no me lo dijo (quizá no hubiera venido). Llevo toda mi vida intentando encontrarme y acomodarme en él y todavía no lo he conseguido del todo, aunque ya, aparentemente, los movimientos inciertos van remitiendo y, a veces, gozo de una cierta, tranquila y resignada inmovilidad.