DIPTICO BELIGERANTE:
Hay una corriente pacifista (políticamente correcta) que suscribe todo el mundo (básicamente, yo también) y especialmente los teóricamente sensibles a la cultura humanista. Pero, el asunto de la guerra y de la paz merece alguna matización, sobre todo el simplista maniqueísmo que considera la guerra como intrínsicamente abominable, y la paz como situación mirífica, sin más. Me pregunto cómo personas cultas y reflexivas no incorporan a la «pureza» de su filosofía humanista dudas, variables o sencillamente reflexiones de más amplio espectro. Los hombres, desde la noche de los tiempos, han dirimido sus diferencias, frecuentemente, guerreando, porque suele ser necesario para poner límites al ansia de poder y crueldad de tantos y tantos regímenes dictatoriales e injustos que harían del mundo un lugar pavoroso; o es que a Hitler había que haberle depuesto con pancartas, demagogia pacifista, abrazos y flores? Y a Sadam, o a los talibanes? O a cualquier dictador asesino que sólo abandonará su omnímodo poder cuando le caigan las bombas en su enloquecida cabeza. Detesto que la gente muera estúpidamente por culpa de otros, siempre de otros. Pero lo que no soy es un memo con flores en el pelo (que ya ni siquiera tengo). Sin la coerción de las armas no hay paz posible, porque siempre habrá un desalmado que fastidiará la ingenua y culpable arcadia de los pacifistas (culpable, por ejemplo, porque no he oído a ningún pacifista alegrarse por el derrocamiento de Sadam Hussein que, voluntariamente, nunca habría abandonado su sanguinario poder).