La paz parece obvio en qué consistiría: los pueblos no se agredirían entre sí, los fusiles no dispararían y los aviones no lanzarían cobardes bombas para eliminar a víctimas anónimas. Sí, pero qué más? Qué necesita un hombre para sentirse absolutamente en paz? -vivir en un escenario donde haya ley, justicia y libertad, donde pueda desarrollarse como humano, atendiendo a sus necesidades físicas y espirituales-. Donde pueda amar, desear, crear y dormir plácidamente para descansar de sus esfuerzos cotidianos. Donde espere su decadencia y su muerte sin más miedos que los propios de su acabamiento físico, sin los terrores de la opresión, la miseria y el miedo. Lo que olvidan con demasiada frecuencia los demagogos pacifistas es que para conseguir esa situación irrenunciable, hay que librar más batallas y guerras de las que ellos piensan. La dignidad humana bien vale una guerra (aunque, lamentablemente, para algunos suponga también perder la vida).
7 AGOSTO 2006
© 2005 pepe fuentes