No me explico cómo evité ahogarme cuando me bañaba, porque a mí, nadar, nunca me gustó y por supuesto lo hago horrorosamente mal. En el tiempo en el que realicé esta fotografía todavía me atrevía a bracear unos metros, ahora ni siquiera eso, así que no creo que muera ahogado porque al agua de nadar (y veranear) ni siquiera me acerco.
26 AGOSTO 2006
© 1986 pepe fuentes