La tarde se acaba y mis veintitrés rollos también. Ha sido una buena tarde, lluviosa, otoñal y algo melancólica. Es de noche, apago la mesa de luz, enciendo la luz de trabajo y empiezo a escribir sobre las fotografías de estos últimos días. No sé lo que me saldrá ni lo que recordaré, pero lo que sea estará firme e inestablemente aferrado a las imágenes, porque ya todo será pasto de la ficción. Sin ellas no habría texto y probablemente tampoco viaje, o sí, pero habría tenido la fugacidad de un destello que se pierde rápidamente en el sinsentido. A veces me pregunto si mi vida está sustentada por la fotografía, y creo que si de pronto despareciera, me desmoronaría estrepitosamente o me desvanecería como humo en el tiempo.
14 DICIEMBRE 2006
© 2006 pepe fuentes