El individuo que se tapaba la cara (ayer) era muy ocurrente. Dijo algo divertido y todos rieron de buena gana (menos yo, que me ocupaba en fotografiar las risas, aunque también me riera de vez en cuando). El viaje fue una experiencia frívola, relajada, sin pretensiones y que no me importaría repetir alguna vez; pocos días, y siempre que pudiera compartir el viaje con gente aficionada a trastocar horarios y a reírse de cosas aparentemente sin importancia, pero transcendentes, porque, a fin de cuentas, son asunto de la vida misma.
19 DICIEMBRE 2007
© 2007 pepe fuentes