El texto de ayer me asaltó inadvertidamente: cuando comencé a escribir ni siquiera intuía que acabaría haciéndolo sobre mi padre. Ni idea. Lo hice inconteniblemente. Luego, cuando terminé e inicié la escritura de hoy, me di cuenta que anteayer hablaba del sorprendente parecido físico de Lucía Mae y su padre, Gabriel. Ahora, la coincidencia me parece afortunada. A ver si va resultar que este inacabable asunto del diario tiene más sentido del que yo imagino.
26 OCTUBRE 2009
© 2009 pepe fuentes