22 OCTUBRE 2010

© 2010 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2010
Localizacion
Milán (Italia)
Viraje
CLORURO ORO
Tamaño
18 x 22,7 cm
Copiado máximo en soporte baritado
3
Fecha de diario
2010-10-22
Referencia
4533

El cura avanzaba determinado hacia algún lugar situado frente a nosotros (él y yo). Quizá a un despachito parroquial, o quizá no, porque más bien parecía un cura-jefe de algún estamento o negociado clerical. En muchas ocasiones he dicho que me fascinan las personas (por incomprensibles y por afinidad insensata), dedicadas en cuerpo y alma (o no tanto), a causas y motivos tan intangibles y supuestamente inmateriales. Aunque realmente, y a lo largo de dos milenios, se hayan encargado, impúdicamente, de ejercer un poder ominoso y de atesorar y administrar inmensas riquezas (eso me parece muy bien, porque si yo hubiera tenido poder o riqueza, o ambas cosas, habría vivido encantado). Iconográficamente me interesan mucho más los hombres-clérigos que las mujeres-monjas. Estas, siempre me han parecido pobres imágenes, sosas, grises, insustanciales. Portan hábitos nada evolucionados, siempre los mismos, huérfanos de diseño y jerarquía, aburridos e insustanciales; consecuencia, sin duda, de la preeminencia masculina entre los católicos que relegaron a la mujer a un papel subordinado y esclavo, como en todas las desdichadas religiones. Los atuendos de los hombres son otra cosa; desde la sencilla sotana, como es el caso de este cura, hasta riquísimas vestimentas, casullas, tocados, báculos y todo un atrezo complejo, teatral, variado y de simbologías enigmáticas. La puesta en escena en el mundo de estos hombres es puro espectáculo. Tanto las técnicas y formatos de representación como el contenido de sus guiones, mensajes y fábulas, son creaciones literarias de gran imaginación. Cuentan historias fabulosas en escenarios de gran belleza y, en ocasiones, señaladas con mucho colorido y hasta con olores aromáticos. El único problema es que sus representaciones son siempre las mismas (quién puede soportar una obra que lleva dos mil años en cartel). Si se esforzaran algo más en los guiones, yo podría frecuentar de vez en cuando sus funciones (que son engañosamente gratuitas, por ahora), porque sus escenografías me parecen alucinadas, asombrosas, inauditas…

 

Pepe Fuentes ·