8 FEBRERO 2011

…Incómodo decidió marcharse. Cuando se había alejado unos pasos, y para que no nos quedáramos con la sensación de habernos tropezado con un enojoso desencuentro, le pregunté: ¿qué tal se porta el pastor belga? (me refería al magnífico perro negro que le acompañaba). El caminante-nuevo-fotógrafo surgido de la niebla, paró en seco y se volvió más animado. Parecía contento de poder hablar de su simpático perro que poco antes se había acercado a saludarme educadamente (seguro que no sabía que yo era un fotógrafo con propósitos existenciales, no como su dueño, que sólo era moderno). El desconocido me aclaró: primero, no era un perro, sino una perra; segundo, no era un pastor belga, sino un cruce de golden retriever con pastor alemán. Pues qué bien, -me dije-. Con este tipo no doy una. Siguió contándome que era una perra excelente, aunque hoy lunes se encontraba algo cansada porque había tenido un fin de semana muy movido. Le contesté que a mí me pasaba lo mismo. Pensé que tenía más afinidades con la perra que con el aparecido del fondo de la niebla. El caminante y su fabulosa perra negra se alejaron sin mirar atrás. Aproveché para fotografiarles…