…Pero no, la muerte no llegó porque él aún no estaba listo para ella; todavía luchaba por su vida y mientras no bajara los brazos la mantendría alejada. Probablemente pensó que podría darle esquinazo marchándose de aquella triste y fea habitación cuanto antes. Repetía constantemente: «vámonos«. Esa misma noche lo intentó; tenía que hacerlo, era su última oportunidad. A las dos y media de la madrugada, mientras su acompañante dormía en un sillón a su lado, se arrancó todas las vías que tenía sujetas a los brazos y al tórax, saltó de la cama, a pesar de los protectores de los lados, y salió de la habitación, liberado de dudas y miedos, a buscar otro lugar donde su enfermedad desapareciera. Le interceptaron cerca de la escalera y tres enfermeras le devolvieron a su doliente circunstancia. Luego explicó que un mando superior le había ordenado que lo hiciera…
9 ENERO 2012
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