…Vamos a ver, cualquiera que lea estos días de diario podría pensar que soy un resentido (algo sí), pero no es eso exactamente. Lo que quiero decir es que conseguir algo del espíritu de un lugar requiere mucha capacidad de observación, voluntad, esfuerzo, pasión, tiempo y lucidez, talento en definitiva; y es altamente improbable que alguien, en unas horas, consiga una partícula del espíritu de ese, para él, remoto sitio. El Greco lo consiguió, sin duda; es más, creo que no fue tanto cosa de él, sino al revés, fue la ciudad la que le abdujo. Pero claro, esa transubstanciación sucedió lentamente, nada menos que a lo largo de treinta y siete años. Bien es verdad que la fotografía, por sus especiales características de instantaneidad, en combustión con un artífice de gran talento, puede conseguir imágenes penetrantes y lúcidas, sobre una determinada realidad, «ipso facto». Por otro lado, si alguien con talento se enfrenta por primera vez a un espacio o una «temática» puede aportar frescura y espontaneidad y obtener imágenes geniales. Eso es lo que han debido pensar los jefes del cuarto centenario Greco trayendo a esos «artistas» mundiales de la fotografía. No sé, lo que sí sé es que si pasas mucho tiempo en un sitio te «encasquillas», embarrancas en lo sabido. Quizá mejor, llegar, ver y vencer, como «el pistolero más rápido al oeste del río Pecos» (diCorcia, por ejemplo). Luego toda esta montaña de argumentos que he ido pergeñando en estos últimos días puede que solo sean una voluminosa e inmensa tontería.
PS. Me comprometo solemnemente a hablar de la muestra de los fotógrafos exprés de homenaje a El Greco cuando la vea.
17 ABRIL 2014
© 1984 pepe fuentes