21 ABRIL 2014

© 2014 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2014
Localizacion
Huerta de Valdecarábanos (Toledo, España)
Fecha de diario
2014-04-21
Referencia
6909

…Después del momento artístico de última generación, continué viaje por carreteras secundarias. A lo largo de toda la mañana oí unos podcasts de un programa que me gusta mucho: Juego de espejos (radio clásica). Tiene un formato interesante: una figura relevante del mundo del arte y la creación habla de lo que hace en la vida, de sus inquietudes y de sus músicas del alma. Suele ser sumamente entretenido y aleccionador (el programa) porque los invitados, a lo largo de una hora, se exponen, desnudan sus delicadas sensibilidades y anhelos y de paso aportan mucha información sobre composiciones musicales. Cuentan muchas cosas, interesantes todas. Me asombra lo geniales que son todos los que van a ese programa. Me lo paso muy bien. Pero esa mañana fue más, mucho más todavía: exuberante, abrumador. Me tocaron cuatro invitados con un espíritu que estaba mucho más allá de cualquier idílica fantasía. Los cuatro eran importantes, a saber: artistas plásticos (2), docente y escritor de novelas históricas(1) y dirección de museo (1). Todos con carreras brillantes, de éxito, mucho, cómo no, y reconocimiento en su especialidad a nivel mundial, o casi. Todos en la cuarentena, con consortes de sensibilidad artística y familias deliciosas con hijos con talento artístico en ciernes (había uno que ponía a Mozart a todas horas a su hijo de meses y claro, luego pasa lo que pasa, que solo pueden ser sensibles y geniales artistas). Algunos de sus retoños estudiaban e interpretaban música muy «motivados» según dijo un padre entusiasta, como sí nada. En uno de los casos, los miembros de la familia tocaban música juntos, todos, debía ser una experiencia mística, como rezar unidos por la fe, porque, ni siquiera eran músicos de profesión. Además, los cuatro que me tocaron esa mañana, tenían amigos interesantísimos, tanto como ellos, con los que se relacionan e intercambian experiencias de alto voltaje cultural, artístico y existencial. Y se querían mucho. Oh, y cómo se expresaban todos: verbo fácil y matizadísimo, sin errores, «tempos» de exposición medidos, sin excesos, ¡hasta sentido del humor tenían! Y, por supuesto, nada de pedantería. Por si fuera poco, sus opiniones eran políticamente impecables, comprensivos, tolerantes, progresistas, humanistas, ordenados, sin sospechosos deslices o preocupantes fragilidades. Ni un ápice de resentimiento o mala uva, todo lo contrario. Y más: se mostraban humildes, a ninguno de sus logros y éxitos les daban importancia, como si fuera lo más natural del mundo ser como ellos y, la humanidad, en general, fuera así, creando maravillas todo el día. Joder, era demasiado. Yo, sin embargo, mientras oía esos prodigios de la vida sensible, hacia fotos tan casuales y prosaicas, aunque indispensables, como ésta. ¡Huy, que larga me está quedando esta crónica de la excelencia, mañana sigo!…

Pepe Fuentes ·